No soy psicólogo ni sicólogo, ni tengo los más mínimos conocimientos al respecto, luego puedo equivocarme de forma abultada en mis afirmaciones siguientes. Están basadas en enseñanzas recibidas y en mi propio sentido común.
La Bolsa y, por extensión, los mercados financieros, sabemos ya a estas alturas que no tienen nada que ver con la economía, que están manipulados, que son un nido de víboras, que el 95% de los partícipes son perdedores y que constituyen un sistema legal organizado para arruinarnos a todos. Todo esto, repetido hasta la saciedad a lo largo de una año, creo que está ya lo suficientemente claro. Si alguno de estos puntos está en desacuerdo con tu manera de pensar, tendrás que repetir curso antes de enfrentarte al siguiente eslabón.
Cuando dominamos estos conceptos o premisas previas, ya estamos en predisposición a bajar a este ring donde se encuentran los más poderosos púgiles del panorama boxístico mundial. Temibles formaciones de músculo y carne, de biceps y pectorales brillantes y ojos profundos y temibles, que nos miran desafiantes desde el primer momento, haciéndonos desear el no habernos propuesto en ningún momento el enfrentarnos a ellos.
Esto que comento es hablar del hombre como individuo, como ser humano INTELISTO, como trader semi-profesional o autogestor patrimonial que nos planteamos ser.
Como individuo, podemos optar a seguir sistemas de trading, a análisis técnico, a las enseñanzas de nuestra propia experiencia, pero nunca al sentido común como dice Victorino. En sentido común nos llevaría a adoptar criterios coherentes y equilibrados del tipo de… «si Cofir entra en el Ibex, entonces subirá», o del tipo…»si bajan los tipos de interés, la Bolsa subirá, pues el dinero buscará tratamientos más atractivos de rentabilidad». El sentido común en Bolsa está muy cercano a la intuición y a la corazonada y ésto, es el camino directo a la ruína.
La única manera de actuar de forma ganadora en Bolsa es abstraernos del entorno, de la propaganda económica, de la dirección que sigue la masa y actuar sólo en base a nuestro conocimiento y experiencia, siempre que ésta esté basada en sólidos cimientos de aprendizaje. En este sentido, si a esto le llamamos sentido común, entonces tenemos posibilidades de salir al ring, dejarnos golpear levemente, pero aunque siempre más que probables perdedores, nos podremos llevar una cada vez mejor «bolsa» económica, asignada como púgil por cada combate celebrado.
La masa, por el contrario, actúa guiada y manipulada. Media docena de cabestros van delante de ella marcándoles el camino. Es posible pero improbable que la masa, una vez emprendida la carrera, se desvíe de la senda iniciada, la masa quiere que se lo den todo hecho, le gusta ser dirigida y sólo unos pocos saben discernir en cada momento, si deben seguir tras ella o salirse en el momento oportuno. La masa no es inteligente, es de una torpeza y simpleza absoluta, aunque con la experiencia y el paso del tiempo, asimila los hechos de forma biológica y si una vez se la engaña, va a ser difícil hacerlo de nuevo. Por ello, el grupo dominante tiene perfectamente definido hasta que punto puede beneficiarse de ella, sabe que debe marcar unas pautas concretas que inviten a estimular la componente ludópata del ser humano y a la vez los bajos instintos de los INTELISTOS en base a hacerles creer en la existencia de resquicios ganadores que aunque los hay, estos se neutralizan con eficacia con la herramienta universal de neutralización que es la manipulación a través de la propaganda económica.
El perdedor nato es el que está entre ambos, no quiere ser masa, pero no tiene categoría para ser individuo e intenta establecer criterios sin una base firme. Se mueve en direcciones caóticas dentro de la masa, en ocasiones a contracorriente, a codazos, y eso no es fácil sino casi imposible de lograr.
El ganador, dentro de ser siempre un perdedor, ha encontrado su sistema y es fiel a él. Puede que dicho sistema sea simple, incluso banal. Medias móviles más algo más, o como dice Victorino, comprando el ternero a un precio estimado bueno y vendiéndolo los días siguientes a un precio mejor, y si nota cierta ausencia de demanda de terneros en cuatro días, se deshace de él sin contemplaciones. Me parece razonable y simple. Pero hay que ser fiel. No te engañes nunca ni defraudes a tu propio método. No te convenzas a ti mismo jamás que el ternero que has comprado por 100.000 vale 200.000 y no estás dispuesto a venderlo por una peseta menos. No te enamores de tu ternero, porque puede que mañana debas venderlo por 80.000 y estarás haciendo lo correcto, máxime si eres un profesional y tienes todo tu patrimonio puesto en esta operativa.
Desconozco la teoría de masas, me gustaría que gente experta hablara del tema, pues es muy importante tener claros estos conceptos para movernos en este mundo de la especulación. Quizá mucho más importante que el MACD y las formaciones de hombro – cabeza – hombro. Invito a los algunos entendidos que sin duda cohabitarán aquí con nosotros a que nos cuenten sus opiniones al respecto para que todos nos enriquezcamos más culturalmente que divagando en si GPP subirá o no mañana.
Miguel Pérez