El sector bancario europeo es de los que más está sufriendo este año, no en vano, mientras que los demás índices sectoriales han rebotado desde que se alcanzaron los mínimos en marzo, los bancos están tocando fondo otra vez.
A pesar de operar en niveles muy bajos, las entidades bancarias no han encontrado demasiada confianza en los inversores. Y es que la atención se ha centrado en las grandes provisiones que han de realizar y las sombrías perspectivas de ganancias.
El índice bancario europeo se hundió la semana pasada a un mínimo histórico. En el gráfico pueden ver cómo el gran soporte que siempre impidió mayores caídas en 2009, 2011, 2012, 2016, 2019, ha terminado por sucumbir y ceder ante la presión bajista este año.
El precio no sólo perdió el soporte sino que en el mes cerró por debajo y abrió también por debajo, un síntoma inequívoco de debilidad latente.
Pero es que si nos vamos al otro índice, el Stoxx 600 Banks que también incluye a varias entidades del Reino Unido, Suiza, los países nórdicos y Polonia, se puede ver que también ha alcanzado nuevos mínimos históricos y se deja en lo que llevamos de año un -43% en lo que es el peor rendimiento de un sector en Europa junto con el de viajes.
Bank of America (NYSE:BAC) se muestra optimista con el sector y cree que el Stoxx 600 Banks subirán un 39% en los próximos 12 meses. Personalmente me parece un poco atrevido, ya que si bien el sector ha comenzado a notar los efectos de la crisis originada por la pandemia en el primer trimestre, la realidad es que será en los próximos meses cuando llegue el impacto más duro en términos de morosidad y deterioro de los balances. Y es que el sector, además de tener que lidiar con tipos de interés muy bajos, tiene que hacer frente al parón de la economía que ha hecho caer más los ingresos y elevar las provisiones.
Vamos a centrarnos hoy en Banco Santander (MC:SAN). Uno de sus baluartes, el reparto constante de dividendo, se fue al garete con la crisis de la pandemia del coronavirus. No obstante, la entidad espera poder volver a valorar el pago de dividendo el próximo mes de octubre. El banco llegó a la crisis con fortaleza. El beneficio neto sin extraordinarios se ha duplicado de 2014 a 2019, tiene un 50% más de capital y venía pagando al accionista más del doble de dividendo en efectivo que hace cinco años.
Por cierto, Openbank, la filial online de Banco Santander, ha alcanzado en España 1,2 millones de clientes y en el primer trimestre del año ha crecido un 78% respecto al año anterior.
Santander ha aumentado un 21% el beneficio obtenido en su unidad Wealth Management & Insurance, que incluye a sus clientes más ricos, al alcanzar los 240 millones de euros. La contribución total, beneficio más comisiones, supone un alza del 7%.
En banca privada, el volumen de activos de clientes al cierre de marzo era de 213.000 millones. El beneficio de banca privada se ha elevado un 21%.
Su volatilidad anual registrada a 30 sesiones es del 88% (la volatilidad anual del Ibex 35 registrada a 30 sesiones es del 72%). Sus acciones se mueven en la dirección de su índice de referencia pero con algo más de ritmo.
El consenso del mercado le otorga a las acciones del Santander un precio objetivo entre 2,25 y 2,30 euros (lo han rebajado desde los 4-4,10 euros), pero en el contexto actual es un mero dato numérico que en cualquier momento volverán a cambiar, de manera que se trata de un dato anecdótico, no lo tomen ni mucho menos como un dogma de fe.
En el gráfico se aprecia algo inquietante. Miren el enorme soporte formado en 2002. Siempre que fue tocado impidió males mayores, evitó más caídas y permitió fuertes rebotes al alza (en 2003, 2009, 2012, 2016) pero este año ha sido perdido y con creces, muy mal asunto.
La cuestión de cara a los inversores es la siguiente: le va a llevar tiempo recuperarse, pero para un inversor con un horizonte a medio-largo plazo y viendo la oportunidad histórica en lo que respecta al precio que cotizan sus acciones, ha de aprovecharlo. Eso sí, siendo plenamente consciente de que es a más de un año vista y que incluso puede caer algo más (no se trata de pretender comprar en mínimos, en un suelo). Cualquier otro horizonte temporal que no sea ese hace descartar por prudencia el invertir en la compañía.
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