Los memoriosos recordarán que a mediados de diciembre de 2019 triunfó Boris Johnson en las elecciones generales en Reino Unido, venciendo a un candidato que atemorizaba a los mercados por sus ideas de extrema izquierda. La victoria de Johnson disparó a la libra esterlina a un máximo de un año, por encima de 1.3500. Los tiempos han cambiado.
En las elecciones que tuvieron lugar el jueves, resultó ganador por amplísimo margen el partido Laborista, opositor al Conservador gobernante. Los mercados descontaban ese resultado, y la libra apenas se movió con las noticias, manteniendo un tono ligeramente alcista de corto plazo en torno a 1.2750.
Sin dudas, los efectos de esta elección, en la cual terminó ganando el nuevo líder Keir Starmer, se verán desde su asunción. La Libra esterlina sufrió fuertes bajas durante los últimos años, enfrentando diversas crisis que azotaron a Reino Unido. El Brexit, la pandemia, la inflación y el desmesurado aumento de la energía generaron el clima social que llevó a lo ocurrido en la víspera, con la moneda local como espejo. Si bien luce algo mejor que hace unos años, el precio actual, por debajo de 1.3000, muestra que está lejos de sus mejores días, aún cuando regresa de un mínimo histórico de octubre de 2022, cuando la llegada a 1.0300 hizo caer al gobierno de la entonces líder Liz Truss.
La suerte de la Libra en estos tiempos está más ligada a las acciones que lleve, en materia de política monetaria, el Banco de Inglaterra. La inflación derivada de la colosal emisión de todos los bancos centrales en el período posterior a la pandemia apenas fue neutralizada con altísimas tasas de interés, y por supuesto el BoE no fue la excepción.
La Libra se mueve ahora al compás de su propio banco emisor, y también de la Fed, que mantiene un discurso duro mientras los datos de la economía estadounidense comienzan a mostrar grietas.
Precisamente, los datos de empleo de junio serán protagonistas este viernes. Las nóminas no agrícolas podrían quedar muy por debajo de la medición anterior, de acuerdo a los poco creíbles pronósticos. Sin embargo, una medición extraoficial confirma que le creación de puestos de trabajo será débil, al tiempo que la tasa de desempleo quedaría en el 4%.
Si esto efectivamente ocurre, el dólar podría volver a tropezar en sus principales pares. El Euro, que el miércoles se fortaleció superando 1.0800, se mantuvo durante la sesión del jueves (festivo en Estados Unidos y con casi nula actividad) en dicha zona, con una perspectiva alcista de corto plazo. Solo la superación de 1.0865 podría extender sus ganancias de cara a la segunda semana del mes, aunque no le será fácil lograr tal cometido.
El Yen, en tanto, se mueve cerca de sus mínimos de 38 años, luego de que la bolsa de Tokio alcanzara un máximo desde 1989 en la mañana del jueves. La euforia de la bolsa, junto con los altos rendimientos de los bonos del Tesoro, y la inacción del Banco de Japón condenan al yen al ostracismo, sin fecha visible de recuperación.
La onza de Oro mantiene un sesgo alcista de corto plazo, que podría estirar sus ganancias a la zona de 2370 dólares, donde encontrará una firme resistencia. Lejos de la zona de sobre compra y con un triángulo de continuación de tendencia en el gráfico de 4 horas, el metal precioso tiene el camino limpio para seguir creciendo en la sesión del viernes.
La bolsa de Nueva York huele que la Fed deberá cambiar su postura, ante los malos datos conocidos esta semana, a los que puede sumarse la cifra de empleos de este viernes. Los índices S&P 500 y Nasdaq 100 festejan a cuenta, haciendo caso omiso al Sr. Powell y su Comité Federal. En los próximos días se verá quien cede.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana, nos reencontramos el próximo lunes. Hasta entonces.