El peligro de bajar tipos en un entorno «no landing» sería el retorno de la inflación, uno de los riesgos más reseñable por sus eventuales consecuencias.
A sólo dos jornadas para el cierre del primer trimestre, las bolsas presentan un resultado exultante con alzas próximas al 10% y, contrariamente, los bonos han caído y la rentabilidad ha subido, la del Bono a 10 años ha aumentado 0.39 puntos desde que comenzó el año y se sitúa en el 4.26%.
El alza de la rentabilidad de la deuda está relacionado con el aumento de la inflación así como de la subida de las expectativas y en tanto no remitan las presiones, la rentabilidad de la deuda no debería tener mucho recorrido a la baja, como tampoco la Reserva Federal debería rebajar los tipos.
No bajar tipos es un problema para los ciudadanos o para el Tesoro, cargados de deuda con un pago de intereses disparado y detrayendo capital disponible de fines más productivos. No reducir tipos es un problema para el consumo y la economía, recudirlos lo es para la inflación y sus expectativas, es decir, para el futuro de los tipos de interés.
Aunque es año electoral y cualquier reacción de las autoridades es posible.
La Reserva Federal ha sido un testigo fiable para anticipar recesiones económicas en el pasado, cuando decide rebajar los tipos de interés es porque generalmente trata de revertir situaciones de enfriamiento económico ya en marcha.
En efecto, de los 13 procesos de bajada de tipos llevados a cabo en los últimos 70 años, 10 han desembocado en recesiones económicas o «hard landings» y sólo 3 en «soft landings».