Al cabo de casi tres semanas de enero, queda claro que lo que parecía una caída del Dólar iniciada en noviembre pasado, se transformó en una ola alcista cuyo final, por ahora, no está a la vista.
Desde lo fundamental, muy poco ha cambiado. La Fed abandonó sus aumentos de tipos de interés en julio, de lo cual se deduce que en sus análisis no está previsto un rebrote inflacionario importante. El mercado laboral se mantiene sólido, si bien las cifras que se van conociendo mes a mes por parte del Departamento de Trabajo son más bajas cada vez. La inflación se ubica en torno al 4%, en un promedio de sus distintas mediciones, y las ventas minoristas mantienen un tono saludable.
Lo que cambió es la expectativa de los mercados respecto a los recortes de tipos por parte del banco central. Para muchos, estos iban a llegar recién en el segundo trimestre de este año. En las últimas semanas creció la previsión de que el primer recorte se produzca en marzo, algo que no parece, desde nuestra óptica, del todo viable.
Durante esta misma semana, varios funcionarios de la Fed mostraron no tener apuro en comenzar con los recortes, y eso es, en definitiva, lo que está provocando un alza fuerte del dólar en todos los frentes, junto con el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro. Las notas de 10 años superaron cómodamente el 4.10% el miércoles, en un máximo que no alcanzaban desde el 13 de diciembre. La fecha no es casual: fue el día en que la propia Fed anunció su último comunicado de política monetaria del año pasado.
Saliendo de esta cuestión, que para quien suscribe es el motivo de al menos el 80% de los movimientos diarios de los mercados, el resto de los activos aporta muy poco. El Banco Central Europeo no planteó recortar su tasa en el futuro cercano, y el Euro ni siquiera pudo recuperar un puñado de puntos, por lo que se sigue moviendo en un estrechísimo y llamativo rango de precios. Solo la superación de 1.0930 le dará algo de brillo a la moneda única, que no tiene incentivos para crecer, y debe adaptarse a la suerte del dólar. Huelga decir que la suerte favorece al billete con mucha claridad en estos días.
La Libra esterlina sí sacó algo de provecho de los datos de inflación de Reino Unido, que está lejos de apagarse; sin embargo, tampoco pudo con 1.2700, y no podrá mientras el dólar no ceda parte de sus ganancias. A futuro, la libra tiene un destino por encima de 1.3400. Pero faltan meses aún.
El yen vuelve a caer. No hay atenuantes en su opaco camino actual, signado por los rendimientos de los bonos, por la política ultra laxa del Banco de Japón que así y todo intenta ganarle a la inflación, y por el carry trade aprovechado al máximo, con tasa negativa desde Oriente, y altas tasas en Occidente. Esto suele terminar violentamente, pero mientras tanto, a modo de ejemplo, el par GBP/JPY crece en forma vertical.
La onza de oro cae con fuerza, empujado por los rendimientos de los bonos, y atraído, técnicamente, por dos gaps sin cubrir; el más cercano, muy lejos aún, en 1922 dólares. El quiebre de 1980 dólares en los próximos días lo puede acercar a tal objetivo.
El calendario de noticias incluye este jueves las peticiones semanales de subsidio por desempleo, y los permisos e inicios de construcción. La apertura de la sesión americana será, a su vez, la que determine la tendencia definitiva del dólar.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
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