Nos encontramos inmersos en una guerra por dominar la tecnología, una guerra en la que los dos principales actores son Estados Unidos y China, una guerra por alzarse con el dominio de los chips avanzados por todas las ventajas estratégicas que suponen.
Estados Unidos ha sido uno de los pioneros en el sector de los semiconductores, pero prácticamente el 90% de los chips avanzados creados por Nvidia y Broadcom se fabrican en Taiwán, zona que China reclama como propia.
Claro, este detalle hace que este conflicto vaya más allá de lo puramente tecnológico, puesto que para China tiene una doble lectura:
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Impedir que Estados Unidos logre que el gigante asiático pierda poder tecnológico.
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Supone un golpe a la soberanía que reclama China.
De momento, las miradas están puestas en las elecciones que se producirán en Taiwán el 13 de enero de 2024, ya que la viabilidad de una solución pacífica para el conflicto entre la isla y la China continental dependerá del resultado de estos comicios.
Estados Unidos seguramente pensaba que estaba llevando bien el tema, pero no ha sido así. El último teléfono inteligente de la china Huawei que se presentó este verano, se comprobó que contenía un chip muy avanzado, de manera que China sigue siendo una amenaza para el país norteamericano.
Este hecho podría traducirse en endurecer determinadas medidas de la Casa Blanca, como por ejemplo endurecer las restricciones a las exportaciones y ello implicaría ineludiblemente lastrar las ganancias de las compañías del sector, con lo que el conflicto se agravaría más todavía.
Es cierto que los embargos de Estados Unidos tienen como objetivo dificultar a China de cara a producir chips avanzados, pero ha respondido diciendo que construirán cuatro nuevas plantas que le permitirán multiplicar su capacidad de fabricación por tres.
El objetivo de Estados Unidos es impedir que China pueda fabricar a corto y a medio plazo sus propios circuitos integrados que tiene gran importancia en el sector militar y en el desarrollo de la inteligencia artificial. Además, recordemos que los chips fabricados con tecnologías de integración superadas están por todas partes (en los coches, en los electrodomésticos, en los dispositivos que utilizamos a diario, etc).
Pero China no solo se enfrenta a las medidas estadounidenses. Los Países Bajos han limitado la venta de maquinaria clave para la fabricación de semiconductores. Y es que juegan un papel esencial puesto que allí tiene su sede la compañía ASML que es el mayor fabricante a nivel mundial de estas maquinarias. Y también Japón ha prohibido exportar semiconductores con la intención de evitar el avance tecnológico de China.
Inevitablemente, todo este conflicto terminará por extenderse a otros sectores.
Por cierto, México se ha convertido en un ligar muy apreciado para que las compañías estadounidenses reduzcan su dependencia de China. El último en aterrizar ha sido Tesla.
Vamos a ver qué compañías que cotizan en el S&P 500 salen perdiendo con esta guerra tecnológica, sobre todo si se intensifica.
Muchos podrían pensar que Apple sería la más perjudicada, pero en realidad no es así, ya que sus ingresos vía China suponen el 18,8% y en cambio hay otras compañías que tienen un porcentaje bastante más elevado.
De momento, pese a la gravedad que supone esta guerra tecnológica entre las dos mayores potencial mundiales, las Bolsas aun no lo reflejan, puesto que siguen centradas en el tema de subidas de tipos de interés e inflación, pero desde luego conviene saber qué compañías son las que podrían sufrir más.
A continuación puedes ver el listado de compañías que cotizan en el S&P 500 que tienen una mayor exposición a China y el porcentaje de sus ganancias que proviene de allí:
- Qualcomm 63,5%
- Monolithic Power Systems 52%
- Texas Instruments 49%
- NXP Semiconductors 36%
- Broadcom 35%
- Viatris 33%
- Albemarle 33%
- Corning 30%
En cambio, Intel empieza a ser considerada como una compañía que en cambio podría salir beneficiada de esta guerra tecnológica, ya que sigue incrementando sus esfuerzos para centrarse más en las fábricas de chips en EE.UU, donde está construyendo más.
Todo esto se ha reflejado en que las previsiones de ganancias para este ejercicio se han incrementado un 64% en los últimos meses. En cambio, las previsiones de ingresos para el año estiman que caerán un -17%.
Es por ello que los fondos de inversión están vendiendo acciones de la compañía. De hecho el mercado le da un potencial escaso a los 36,30 dólares y los modelos de InvestingPro a los 37,02 dólares.
El 26 de octubre presentará resultados trimestrales. En principio, las expectativas para el 2023 no son buenas en cuanto a los ingresos reales, ya que se espera una caída del -17%, pero otra cosa es de cara al 2024, donde se espera que los ingresos reales se incrementen un +12,2% y el beneficio por acción (BPA) un +187%.
En los últimos 12 meses sus acciones suben un +35,92% y en los últimos 3 meses un +5,85%.
Ismael De La Cruz/Investing.com
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