Vuelvo a la actividad bursátil tras unas refrescantes vacaciones, que incluyeron una visita a la pintoresca ciudad española de Santiago de Compostela, famosa por ser la meta final de la famosa ruta de peregrinación.
Santiago de Compostela tiene una importancia especial para los peregrinos que recorren kilómetros a pie o en bicicleta, ya que es el destino final de su viaje.
Lo que más me llamó la atención mientras paseaba por las calles de la ciudad fue un mensaje contundente: «Sin dolor, no hay gloria», acompañado de una imagen de pies cansados.
El viaje en sí es un reto innegable, y pude percibir la increíble sensación de logro al llegar a la meta.
Como inversor empedernido, no pude evitar establecer paralelismos entre esta peregrinación y los mercados financieros de estos últimos años.
Especialmente durante las semanas que van de agosto a septiembre, el mercado parece encontrarse todavía en una fase correctiva, un tema que ya hemos tratado anteriormente.
Tanto si esta corrección se debe a factores estacionales como si se trata de un ajuste más sustancial tras el impresionante repunte registrado hasta finales de julio, está claro que muchos inversores se están impacientando.
No obstante, cabe señalar que, a pesar de la caída del 7,15% desde que registrara máximos en julio, el S&P 500 ha acumulado ganancias de casi un 11,5% desde principios de año.
Una vez más, parece que estamos rodeados de predicciones de catástrofes inminentes, con pronósticos de que todo está al borde del colapso.
Es otra vez lo mismo: tipos de interés, inflación, bancos centrales… todo parece conspirar para provocar otro colapso, tal vez similar a los acontecimientos de 2022 o incluso peor.
Sin embargo, en tiempos como estos, mantener la perspectiva adecuada resulta crucial. Nos permite filtrar el ruido y mantener la compostura volviendo a centrarnos en lo que realmente importa.
Fuente: Charlie Bilello
Ante todo, es fundamental recordar que los mercados, en su trayectoria alcista a largo plazo, experimentan caídas como parte natural de su ciclo.
Como término medio, las caídas desde 1928 han sido del orden del 20%. Esto significa que, incluso en años prósperos, los inversores deben estar preparados para capear estos descensos si aspiran a generar ganancias a largo plazo.
Otro punto importante a tener en cuenta es que días como el de ayer, caracterizados por caídas de más de un 1%, son también sucesos totalmente normales en el mercado.
Incluso este año, en el que los resultados han sido favorables hasta la fecha, hemos sido testigos de 22 casos de caídas de más de un 1%. ¿Le parece una cifra elevada?
Fuente: Charlie Bilello
Si observamos el gráfico, resulta evidente que la media de este tipo de descensos por año es de unos 30. En 2022, tuvimos 63 de estos descensos. En 2022, experimentamos 63 casos. ¿Ayuda esto a relativizar nuestros temores? Desde luego que sí.
Siempre he sostenido que no todo el mundo está hecho para invertir. No es para débiles de corazón ni para los que buscan ganancias rápidas y aleatorias.
Para muchos, puede ser una especie de juego, en el que se invierte dinero en los mercados sin un conocimiento profundo de la historia del mismo y de su naturaleza inherente.
Lo que a menudo se pasa por alto es el aspecto conductual, que podría decirse que es el más crítico. Incluso aquéllos que entienden los números y la historia del mercado podrían verse en dificultades cuando se enfrentan a las caídas del mercado.
Es una prueba de resistencia emocional, y no es fácil. Muchos acaban vendiendo en los momentos más bajos o abandonan precipitadamente estrategias cuidadosamente elaboradas a largo plazo.
Recuerda: «Sin dolor, no hay gloria». ¡Nos vemos en la meta!
Francesco Casarella/Investing.com
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