Sin dudas, el dato de inflación de marzo que se conocerá este miércoles a las 8:30 del este acapara la mayor atención de la semana en los mercados financieros. Después de rozar máximos de más de 40 años, la inflación comenzó un lento declive en Estados Unidos, ayudado por duras medidas de política monetaria de la parte de la Fed, con sucesivos aumentos de tipos de interés, y recortes del enorme balance que mantiene desde 2009.
El costo de vida podría haber descendido -medido en términos internanuales- al 5.2% desde el 6% anterior en el índice general, que incluye todas las variables de la economía. La altísima volatilidad de la energía, con el petróleo y el gas descendiendo desde máximos de 15 años a mínimos de casi 2 años, aporta en buena medida a esta baja sustancial.
No son tan alentadores los pronósticos a la hora de hablar de la medición que excluye precisamente la variable de energía. La inflación subyacente podría haber crecido un 0.4% el mes pasado, un nivel muy alto, en tanto podría mantenerse en orden al 5.5% en la medición interanual.
Estas cifras, encontradas entre sí, suelen generar movimientos muy fuertes en los activos principales, y en ambas direcciones en un corto período de tiempo. Claramente, si una de estas cifras resultara muy distinta a lo esperado, la balanza de tornará a favor del dólar ante una medición mayor, y en contra si hubiera un alivio en los aumentos generalizados de precios.
El billete se ha mantenido presionado en las últimas sesiones, con el euro superando 1.0900, después de dos días de escasa amplitud de precios. La moneda única no logra acercarse a 1.1030, los máximos del año, pero tampoco cae de 1.0800, nivel cuyo quiebre podría poner en peligro su tendencia alcista de corto plazo.
La libra esterlina opera con una dinámica similar a la del euro, aunque con precios obviamente distintos. La divisa británica necesita superar 1.2500 para confirmar su buen momento actual. Sin datos que puedan impactar negativamente en ambas monedas, tanto el euro como la libra se verán afectados por los datos de inflación que sí tendrán un fuerte impulso en el dólar.
El yen mantiene un camino distinto. Su caída no se detiene, algo que parecía previsible desde varios días atrás. Después de frenar por algunas horas y quebrar 133.00, la moneda nipona se encamina a 134.70, un 61.8% de su rally anterior, medido en el gráfico diario. El nuevo aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro es decisivo para el yen, que tampoco cuenta con la ayuda del Banco de Japón. La entidad ve con buenos ojos la depreciación de su moneda, que ayuda en forma concluyente a las exportaciones locales.
La onza de oro cerró el martes a 2003 dólares, con una ligera recuperación posterior a una baja de mediano tenor. Claro que el metal precioso no le pierde pisada a sus máximos históricos de agosto de 2020 en 2075, y poco le falta para superarlos. Un dato de inflación debajo de lo esperado podría acercarlo a tal nivel.
En otro orden, el Banco de Canadá dará a conocer su política monetaria. Por tercera reunión consecutiva, el BoC dejará sin cambios la tasa de interés en el 4.5%, en momentos en que el dólar canadiense comienza a recuperar terreno. Técnicamente, tiene lugar para seguir creciendo, luego de quebrar el par USD/CAD un canal alcista en el gráfico de 4 horas. Si confirma dicho quiebre, la zona de 1.3300 aparecerá rápido en el horizonte.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el jueves.