La Reserva Federal aumentó la tasa de interés en un 0.5% el miércoles, confirmando las presunciones de los mercados, y cumpliendo con los dichos de su presidente, Jerome Powell, de dos semanas atrás.
De todas formas, Powell no fue suave en sus palabras posteriores a los anuncios. Por un lado confirmó que la inflación sigue muy alta, y que el cambio de postura del organismo tiene que ver con la probabilidad de que extender los aumentos en forma agresiva puede generar una recesión profunda; por otro lado, prometió mantener los aumentos moderados en el tiempo, y es probable que la tasa llegue al 5.5% en los próximos meses.
Los mercados reaccionaron con cierta cautela. Si bien creció el dólar apenas conocido el comunicado, el billete se mostró -y lo hace aún, varias horas después- débil en varios frentes, con el euro, la libra esterlina y el franco suizo escalando posiciones progresivamente. El yen, en cambio, no se muestra tan firme, y la zona de 134.00 aparece ahora como el nivel a vencer para volver a apuntar a 131.00 durante las próximas semanas. En su caso, los rendimientos de los bonos del Tesoro, que caen pero en forma pausada, tienen mucho que ver.
Respecto al oro, luego de llegar a 1824 dólares en un máximo de varios meses el martes, una vez conocidos los datos de inflación de noviembre, cae con cierta firmeza en las primeras horas del jueves. La zona de 1770 dólares aparece ahora como un soporte importante para la onza, que se ha mostrado sumamente volátil en los últimos días.
El petróleo, por su parte, se ve favorecido por la flexibilización del gobierno de China en su lucha contra el coronavirus, lo cual aumentó la expectativa de demanda a futuro. Los 76 dólares a los que cotizan ahora mismo los futuros del WTI lucen sensiblemente mejor que los 70 que tocó, en su mínimo anual, a fines de la semana pasada.
Lo que viene son dos anuncios de política monetaria de primera línea. Por un lado, el Banco de Inglaterra aumentará este jueves la tasa de interés en un 0.5%, ya descontado por los mercados. La inflación ha alcanzado máximos de más de cuatro décadas en los últimos meses, y el BoE se ve obligado a tomar estas medidas (con una tasa en máximos de 33 años) pese a que prevé una recesión en su país durante 2023. El Brexit, la guerra en Ucrania, el encarecimiento de las materias primas y el conflicto político que llevó al país a tener tres primeros ministros en pocos meses golpearon a la economía británica y a la libra esterlina, que llegó a 1.0305, su mínimo histórico, a fines de septiembre.
La libra observó desde entonces una fuerte recuperación que la llevó por encima de 1.2400 esta misma semana, y los anuncios del BoE serán determinantes para su comportamiento de aquí a fin de mes. La votación del BoE será dividida, con varios miembros optando por un aumento mayor de la tasa y otros por un alza del 0.25, por lo que la libra deberá luchar en buena forma para no caer del nivel actual.
Por otro lado, el Banco Central Europeo volverá a aumentar la tasa en un 0.5%, en medio de rumores de una moderación de su política monetaria ante el temor a una recesión en la Eurozona. La inflación sigue siendo el principal problema de la economía, aunque podría haber alcanzado un techo en noviembre. De allí es que la realidad del BCE difiere respecto a la del BoE, y el euro podría caer si la titular de la entidad, Christine Lagarde, no da señales de seguir aumentando los tipos de interés en el futuro.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College