En los últimos tiempos, el calendario de noticias se ha convertido en una fuente de especulaciones e interpretaciones absolutamente encontradas. Una y otra vez, desde marzo pasado, la Reserva Federal se ha mostrado firme en su política monetaria dura, que consiste en aumentar la tasa de interés a un ritmo no visto en todo el siglo, y en vender los bonos que durante muchos fue acumulando, restringiendo la oferta monetaria.
Cuando comenzó este proceso, la bolsa de Nueva York sintió el impacto, con una fuerte baja, de la cual se recuperó a mediados de julio, observando máximos importantes. A partir del Simposio de Jackson Hole, las acciones se desplomaron ante la solidez del discurso del Sr. Powell, quien afirmó en pocos minutos que habrá aumentos de tasa de interés durante un largo tiempo.
Después del impacto inicial, y en forma casi automática, después de cada anuncio los mercados intentaron encontrar pistas de una moderación por parte de la Fed. Las olas de euforia fueron sucedidas por ánimos caldeados, y las principales variables no ayudaron: el mercado laboral, sólido; el PBI, después de una recesión técnica, de nuevo positivo; las ventas minoristas acompañan. Y la inflación, cada mes más alta.
El último discurso de Powell observó el mismo tono de siempre: tasas más altas, “hasta que el trabajo esté hecho”. Una suerte de muletilla, similar al “fenómeno transitorio” con que el mismo funcionario describía un proceso inflacionario antes de su reelección al frente de la Fed, y que rápidamente olvidó apenas fue nominado. La inflación la generó la Fed, y el gobierno de Biden, que volvió a nombrar a Powell en el banco central. No costó mucho llevarla a máximos de 40 años, a través de una emisión de 10 billones de dólares, y un plan de estímulo faraónico a cargo de la administración de Biden.
Los aumentos de tasa posteriores fueron vanos para buscar lo que por ahora solo da alguna señal muy tibia: bajar la inflación.
Los datos de octubre reflejarán seguramente una baja en el costo de vida, al 8% o algo menos en la medición general, y del 6.6 al 6.5% en la medición subyacente. Una medición menor al 6.5% impulsará a Wall Street, sin mucho sentido (no hay que olvidar que, finalmente, la inflación sigue por encima del 6% y la Fed busca al menos un 2.5%), pero suficiente para darle fuerza a las acciones. Desde ya, si la inflación queda por encima de lo esperado, el desplome será caótico.
La baja de la bolsa del miércoles sugiere que, tal vez, se prepare un alza de buen tenor para el jueves después del anuncio, y una baja del dólar. El euro se movió nuevamente en dirección bajista, seguida por la libra esterlina y en menor medida por el yen. Solo el quiebre de 0.9900 podría extender la baja de la moneda única, y el quiebre de 1.1150 el de la libra. De otro modo, la amplitud de precios será tal, que harán falta otras 24 horas para comprender a fondo la interpretación de la noticia.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College