Si algo resulta como buen aviso de lo que viene es ver los movimientos de los mercados en los días -u horas- previos a los anuncios clave. Sin fundamentos, y diríamos que en forma contradictoria a lo que marcaban las noticias de las últimas sesiones, el euro, la libra esterlina y el yen habían crecido a máximos de varias semanas, con una caída del dólar que no se correspondía con lo que estaba sucediendo.
Asimismo, la bolsa de Nueva York mostraba un inusual clima de optimismo (inusual para los tiempos que corren), sin que se hubieran conocido informes de importancia que lo ameriten.
El desenlace era previsible. La inflación de agosto no solo no cayó, sino que creció en la medición subyacente, que excluye alimentos y energía y depende de las acciones del banco central, disparando al dólar en todos los frentes de inmediato.
En Wall Street, los índices principales sufrieron su peor día desde junio de 2020, en los meses iniciales de la pandemia, con una brutal caída del Nasdaq 100, que agrupa acciones de tecnología. Estas, que suelen ser volátiles, basan sus movimientos en las previsiones de crecimiento a futuro, y con datos como este, esas previsiones no serán ciertamente optimistas.
La inflación creciente le pavimenta el camino a la Reserva Federal para insistir con una política monetaria tardíamente agresiva y a destiempo, que busca revertir sus propios errores de cálculo de mediados de 2021 en adelante.
Los pronósticos van ahora desde un aumento del 0.75% para el próximo 21 de septiembre, hasta el 1%, siendo una de cada tres las opiniones que apoyan este aumento. Lejos queda la chance de que el aumento de tasa sea del 0.5%.
También se incrementaron las posibilidades de que en noviembre y diciembre, fecha de las últimas dos reuniones del año, los aumentos de tasa no sean tan suaves como se esperaba, y redondeen otro punto entero, a razón del 0.5% en cada oportunidad.
En este contexto, además de una fuerte caída en Wall Street, el euro perdió nuevamente la paridad, buscando ahora sus mínimos de 20 años en 0.9865, que tocó este mismo mes. La libra esterlina también se debilitó, cayendo de 1.1500, cuando aún falta más de una semana para que el Banco de Inglaterra eleve la tasa de interés, aunque en un tenor mucho menor al de la Fed.
El yen, por su parte, se ve fuertemente afectado por los rendimientos de los bonos del Tesoro a 2 años, que llegaron al 3.75%, un nivel que no exhibían desde 2007. La moneda nipona se acerca a sus mínimos de 24 años en 144.98, que alcanzó la semana anterior.
A favor de las monedas europeas aparece un factor inesperado. La guerra en Ucrania parece emparejarse, y Rusia comienza a dar algunas señales de relajación, algo que por supuesto es para verificar, y que solo se sabrá a ciencia cierta con el tiempo.
Si esto efectivamente tiene lugar, ayudaría a la Unión Europea y a Reino Unido a superar la crisis energética, contra la cual están luchando, sobre todo en la provisión de gas, que el martes volvió a crecer, luego de permanecer varios días debajo de los 8 dólares. No tiene la misma suerte el petróleo que a la par del resto de las materias primas pierde posiciones aceleradamente. Por caso, la onza de oro apenas logra hacer pie sobre 1700 dólares, aunque sigue apuntando a la baja.
La agenda de noticias de este miércoles incluye la inflación anualizada de Reino Unido (se espera en torno al 10%), y la inflación mayorista en Estados Unidos.
A la vez, la apertura de la bolsa de Nueva York, a las 9:30 del este, será fundamental. Si bien los futuros de los índices bursátiles mantienen señales claramente bajistas, es probable que recorten una parte de sus pérdidas de las últimas 24 horas.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el jueves.
Adrián Aquaro
Trader College