El mercado de divisas presenta un panorama inusual en estos tiempos tan turbulentos. El euro, la libra esterlina y el yen se mueven en estrechos rangos de precios, en tanto el dólar australiano y el dólar canadiense presentan un comportamiento dispar, pese a su vinculación con las materias primas.
Precisamente, las materias primas están siendo protagonistas de los mercados en estas horas. La baja del petróleo, el gas natural, la plata y el platino refleja la preocupación que existe por una probable recesión en la economía estadounidense, que pronto se podría extender al resto del mundo.
Los bancos centrales, responsables en buena parte de la inflación galopante actual, intentan recuperar el tiempo y las oportunidades perdidas, endureciendo sus respectivas políticas monetarias, elevando la tasa de interés periódicamente, y eliminando todo plan de estímulo. La inflación bajará, sin dudas, en parte por estas medidas, y en parte porque la excesiva demanda de bienes, posterior a la pandemia, se irá apagando. El problema es el costo que esto tendrá, que es ni más ni menos que una recesión profunda en los próximos tiempos.
El petróleo roza los 100 dólares, y si bien por momentos intenta escapar de dicha zona, vuelve una y otra vez sobre la misma. Más allá de la chance de que haya recesión en el futuro, comienzan a sentirse los efectos de las medidas de la OPEP, que aumentará la producción de crudo, y de las del gobierno de Estados Unidos, que liberó más de 230 millones de barriles de petróleo. Cabe acotar que en los últimos días el precio del combustible sufrió algunos recortes en la primera potencia global.
El peligro de una recesión se ve también en los precios del gas natural. Luego de llegar a 9.66 dólares, su máximo de 15 años, la materia prima perdió más de 3.50 dólares en pocos días, cerrando la semana pasada cerca de 6.10 dólares. Esta baja tiene especial relevancia, máxime teniendo en cuenta que la guerra de Ucrania generó, entre otras consecuencias, que Rusia corte el suministro a Alemania, y prometa hacerlo con el resto de Europa justo para el invierno boreal. Con el paso del tiempo veremos si esta baja el circunstancial, o si Europa logra encontrar un reemplazo del gas ruso, para lo cual ya ha echado mano a sus viejas usinas a carbón.
La bolsa de Nueva York se alejó en las últimas sesiones de estas preocupaciones. Las acciones principales volvieron a crecer, lejos de sus máximos por supuesto, pero al menos disipando los temores de un desplome generalizado, como parecía venir pocos días atrás. Paradójicamente, una recesión no le caería tan mal a la bolsa: si finalmente llega, la Fed no tendrá las manos libres para aumentar la tasa de interés como lo hace ahora, y hasta deberá pensar en estimular la economía. Los mercados van unos pasos delante de lo que sucede ahora mismo.
Las divisas principales, como quedó mencionado, se mueven poco y en forma irregular. El euro está tan cerca de escaparse y retomar una tendencia alcista, como de ir a buscar mínimos de 20 años. La libra esterlina parece algo más estable, aunque lateraliza dentro de rangos de precios algo más amplios, sin dar pistas claras. El yen vuelve a caer (una vez más) esta vez sin la presión del petróleo y el gas, y si empujado hacia abajo por el Banco de Japón y su política monetaria extraída de otros tiempos, distintos a los actuales. Por algo Japón es lo que es, la reserva de confianza del mundo.
El calendario de noticias no es muy importante este lunes. El evento de la semana sin dudas será la presentación conjunta de la titular del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, del gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, y del presidente de la Fed, Jerome Powell. La reunión, que tendrá lugar en Portugal, está prevista para el miércoles, en el inicio de la sesión americana, y dejará bastante para el análisis.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
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