Pese a que en buena parte del mundo el volumen de negocios se ve reducido por el inicio de la Semana Santa, un evento de primera línea mantiene en alto la atención de los operadores. Este jueves tiene lugar la reunión de política monetaria del Banco Central Europeo, y las especulaciones son muchas. Algunos analistas creen que la titular de la entidad, Christine Lagarde, dejará abiertas las puertas para elevar la tasa de interés este mismo año, ante una inflación que se agravó en los últimos meses, hasta llegar a máximos de varias décadas en países como Alemania, Francia, Italia y España. Otros, consideran que el discurso algo más agresivo de Lagarde en las reuniones anteriores, junto con el recorte casi total de los planes de estímulo, son las señales más fuertes que dará la institución.
Como sea, el BCE se mueve entre dos variables, una previsible, la otra, en absoluto. Era sabido que con los programas de estímulo implementados desde el inicio de la pandemia, y que continuaron a los que ya estaban vigentes desde 2019, la inflación no iba a tardar en aparecer apenas la actividad económica mostrara signos de recuperación. Probablemente, tanto el BCE como la Fed, y otros bancos centrales, subestimaron el alcance que podría tener un rebrote inflacionario, y el temor a caer en recesión frenó cualquier impulso de alza de tipos de interés.
El otro evento era imprevisible, y su final lo es más aún. La guerra entre Ucrania y Rusia pasa por los peores momentos desde su inicio. Lo que parecía podía ser un enfrentamiento corto, ya se encamina a los dos meses, con miles de víctimas de ambos lados, y con un agravamiento, en lo que a lo económico se refiere, de la inflación, siendo que se trata de dos países muy fuertes en la producción de materias primas.
Con este escenario, cabe pensar en que estamos ante una balanza que tiene en un extremo al BCE, cuya política monetaria, ahora o más adelante, deberá ser ajustada, sobre todo si el resto de los bancos centrales sigue aumentando los tipos de interés (ya lo hicieron la Fed, el BoE y el miércoles el BoC), si no pretende que la inflación se desboque y se torne incontrolable; en el otro extremo aparece la guerra, que limita la chance alcista del euro, más allá de una recuperación circunstancial como la que se vio el miércoles.
Una buena alternativa para el euro sería que el BCE sea concreto en sus acciones, que no postergue más sus planes, si los tiene, y que la guerra termine. A veces, escuchando a los funcionarios del banco central, no se sabe que es lo más viable.
Por lo pronto, lo que se vio en la víspera es un retroceso del dólar, que puede mantenerse durante algunas horas más, aunque no en todos los frentes. Los mínimos de 20 años del yen son por demás significativos, al igual que los de la libra, que llegó a mínimos de noviembre de 2020.
El dólar canadiense aceleró su recuperación después del alza de tipos del BoC (elevó al 1% desde el 0.5% la tasa), y el dólar australiano aprovecha el impulso que le da la onza de oro, que nuevamente está en el área de los 2000 dólares, ratificando su calidad de activo de inversión más que de refugio de los últimos meses.
El clima positivo de negocios se trasladó el miércoles a Wall Street, donde las acciones líderes recuperaron terreno, y encaminan a una buena sesión para este jueves. Habrá que ver si se trata de algo pasajero, o es el inicio de un ciclo alcista más sustentable.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College