Sin dudas, la semana que terminó fue una de las más complejas para los mercados financieros. Un sinfín de idas y vueltas en los precios de los activos principales dominó es escenario, y finalmente el dato de empleos terminó por “enredar” aún más las cotizaciones del dólar, que terminó cediendo algunas posiciones en varios frentes, pero manteniendo una clara tendencia alcista en la mayoría de ellos, al menos en el corto plazo.
Las nóminas de empleo crecieron menos de la mitad de lo esperado, aunque la tasa de desempleo cayó al nivel de mayo de 2017. La diferencia de criterios en las encuestas genera este tipo de datos, que se complementaron con ganancias por hora debajo de los pronósticos, una buena noticia para las empresas.
Sin embargo, esta sensación no fue permanente. Los índices Dow Jones y S&P 500 cayeron a mínimos de más de un mes, en tanto el Nasdaq 100 logró mantenerse firme, al cabo de un viernes con escasas alternativas. De todas formas, el panorama sombrío de las acciones líderes se fue apagando con el paso de las horas, y todo está dado para que los papeles más importantes crezcan con fuerza en las próximas horas.
En el mercado de divisas, el dólar, como quedó mencionado, mantiene un alto perfil. El euro volvió sobre sus pasos sobre el cierre de la sesión, pero los mínimos del año, en 1.1185 no están lejos, y a ellos podría apuntar la moneda única en las próximas sesiones. Claro que tendrá “escalas” importantes en 1.1260, 1.1235, los mínimos de la semana pasada, y 1.1200.
La libra esterlina, en tanto, también apunta a la baja, y en su caso con mayor decisión que el euro. La moneda británica se había mantenido algo más firme que el euro, pero en los últimos días, sobre todo después de la reunión del Banco de Inglaterra, volvió a caer, y la zona de 1.3000 vuelve a aparecer en el horizonte.
Tanto el euro como la libra esterlina tienen, además de la presión propia del dólar, la gran incertidumbre de la variante ómicron del coronavirus, cuyo alcance e intensidad aún se desconocen. El último mensaje quedó a su país la canciller alemana Angela Merkel (deja el gobierno el miércoles) fue dramático, y pintó un panorama dantesco respecto a lo que viene. La impresión que da es que gran parte de la población, no solo en Alemania, sino en todo el mundo, trata de restarle importancia a esta nueva ola, probablemente por el agotamiento que produjeron las anteriores. Pero lo cierto es que las restricciones vuelven a estar a la orden del día, y el escenario económico es distinto al de febrero de 2020. Esta vez, los bancos centrales no tienen como bajar la tasa de interés, salvo que las lleven a negativos sin mucho sentido, y los planes de estímulo provocaron una inflación sin antecedentes en varias décadas.
La reacción de ambos bancos centrales (el BCE y el BoE) también difiere. El primero insiste, con su habitual parsimonia para tomar decisiones y su lentitud de reflejos, en que la inflación del 4.9% interanual en la Eurozona es algo circunstancial, y que la misma volverá al 2% (objetivo pomposamente anunciado por Christine Lagarde hace no tanto tiempo) en no más de 10 meses. A Lagarde le convendría revisar los discursos de Jerome Powell, titular de la Fed, que dio un giro de 180 grados en su discurso, y ahora se apura en recortar fondos y aumentar la tasa de interés.
El Banco de Inglaterra parece más práctico, y no tardará en tomar medidas, ante una inflación también muy alta. Se esperaba algo así en noviembre y no ocurrió. El 16 de diciembre tendrá la oportunidad de hacerlo, una hora antes que el Banco Central Europeo, que por supuesto no hará nada.
El yen, mientras tanto, se muestra oscilante, aunque más fuerte que pocos días atrás. La zona de 112.50 es la que debe quebrar el par USD/JPY para apuntar mucho más abajo, probablemente a 111.80, fuerte soporte.
La onza de oro tendrá una nueva oportunidad esta semana, pero se le pasa el tiempo, y parece terminar el año con pérdidas. En ningún momento logró, salvo cuando superó los 1900 dólares, meses atrás, estabilizarse sobre los 1800 dólares, y si bien amagó varias veces con un rally fulminante, una serie de factores (sobre todo el hecho de que los inversores buscaron riesgo durante varios meses seguidos) limitó su crecimiento. Es verdad que aún le queda casi un mes, y si supera los 1800 dólares, tendrá un camino largo por recorrer.
El calendario del lunes es modesto, aunque la semana tendrá un gran atractivo el viernes, con los datos de inflación de noviembre en Estados Unidos. No solo tendrá impacto propio en el dólar, sino que dejará abierta la puerta a la decisión de la Fed de la semana próxima, sin dudas una de las más importantes del año.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College