Como un deja vu de lo vivido en febrero de 2020, la aparición de una variante del coronavirus, con aparente origen en Sudáfrica, y que la OMS ha denominado ómicron, generó una fuerte baja en las acciones principales en Nueva York, y una fuerte apreciación del yen, la moneda de refugio por excelencia.
Lejos aún del impacto que tuvo la aparición de la pandemia, la situación luce distinta en varios aspectos: en primer lugar, hace poco más de dos años el escenario era totalmente desconocido; por otro lado, la nueva variante se expandió -al menos oficialmente- a algunos países europeos, sin que llegue a otras latitudes. Claro que esto puede cambiar en cuestión de horas.
Lo que sí es totalmente distinto es el contexto de la economía estadounidense. Si bien las cifras macro son sumamente favorables, con un desempleo muy bajo, cifras de manufacturas y servicios en máximos de muchos años, y una economía estabilizada, la inflación actual no es ese modesto 1.5 / 1.6% de aquella época, que la Fed bregaba por hacer crecer al 2% (e incluso más allá, para compensar los años sin inflación, según decía el presidente Powell), sino que supera el 6% interanual, con los costos de energía al alza (cuestión parcialmente revertida la semana pasada) y con planes de estímulo que aún superan los 100.000 millones de dólares.
Estamos en un momento de noticias que provocan cambios vertiginosos en los mercados. Tan solo una semana atrás el presidente Biden nominó a Powell para un nuevo período de 4 años al mando de la Fed. El dólar se fortaleció ante los previsibles aumentos de tipos de interés, previstos para mediados y fines de 2022. Pero todo sonó a excusa. El desplome de los mercados del viernes, producto de la variante del virus compensó en parte el comportamiento de apenas dos días antes.
Pero ahora surge nuevas dudas ¿Podrá la Fed aumentar la tasa de interés si la nueva ola de la pandemia se expande y genera una nueva caída de la economía? ¿Será capaz siquiera de terminar con los planes de estímulo? ¿Podría producirse el fenómeno de recesión con inflación, algo que igualmente no luce tan probable?
Como suele suceder, los mercados exacerban cualquier situación difícil de la economía, e incluso acontecimientos políticos, sociales o, como en este caso, vinculados a la salud. Habrá que ver que alcance tiene esta nueva variante, en letalidad y en expansión global, y eso es algo totalmente incierto.
Mientras tanto, Wall Street se prepara para una semana al menos complicada, salvo que la situación no se agrave. La Fed no está en condiciones esta vez de anunciar inyecciones de fondos día tras día como lo hacia en marzo de 2020, provocando correcciones alcistas de enorme magnitud en Nueva York.
Respecto a las monedas principales, el euro se aleja de sus mínimos (finalmente llegó, y hasta quebró por minutos, la barrera de 1.1200 que nos habíamos fijado como objetivo meses atrás, y apunta a ganar alguna posición adicional, aunque el ambiente en la Eurozona no está para fiestas ni mucho menos, lo cual limita la capacidad de la divisa única de crecer más allá de 1.1400. La libra esterlina tiene alguna chance si el Banco de Inglaterra finalmente anuncia un alza de tipos de interés en diciembre, en tanto el yen tiene el camino libre para ir a 110.00 en no mucho tiempo.
Solo falta que alguien le avise a la onza de oro que le toca entrar en acción. Y que vuelva a dormir una siesta recién pasados los 1900 dólares.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College