El dólar volvió a mostrar el viernes un comportamiento errático en prácticamente todos sus frentes. El euro, lentamente, se posiciona al alza, al menos en el corto plazo, y la libra esterlina, con algunos vaivenes, le sigue el paso. El dólar australiano se ve cómodo dentro de un canal alcista de casi un mes de duración, en tanto el oro regresó a su habitual volatilidad, para caer con fuerza luego de superar los 1810 dólares por primera vez en un mes y medio.
Por su parte, la bolsa de Nueva York sigue tocando máximos históricos. Conviene no confiar del todo en que esto va a suceder tantas veces como antes de la pandemia. Las condiciones han cambiado, y ni siquiera se parecen a la última tanda de máximos de todos los tiempos en los principales índices, que tuvo lugar pocos meses atrás, cuando los recortes de fondos por parte de la Fed parecían imposibles de realizar.
Los tiempos han cambiado, y no pasó demasiado desde que el presidente de la Fed, Powell, se diera cuenta de que la inflación por encima del 5% anual corroe cualquier plan económico, por sólido que este parezca. Los sucesivos anuncios de recorte, por ahora convertidos en advertencias que no se sabe si se harán realidad en noviembre o diciembre, hacen pensar en que la bolsa sigue avanzando a menor ritmo, estirando sus ganancias hasta que un día cambie el ánimo de los mercados, vieja frase utilizada para justificar los cambios de tendencia o, más bien, las tomas de ganancias de los formadores de precios, para alejarse de los máximos por un buen tiempo, e iniciar un ciclo bajista.
El Banco de Canadá ya dio algunos pasos en el sentido de recortes, los cuales podrían quedar sin efecto este mismo año. El Banco Central Europeo, lento de reflejos, aún ni siquiera se plantea recorte alguno, pese a que la inflación de la Eurozona ya se ubica en torno al 4%. Hay que destacar, además, que todas estas mediciones son oficiales, pero que la realidad, los precios que los consumidores pagan todos los días, exceden el 4 o 5% de los que hablan los informes mensuales.
Precisamente, esta semana tanto el Banco de Canadá como el Banco Central Europeo darán a conocer sus respectivas políticas monetarias. No se habla aún, salvo en el caso del Banco de Inglaterra, de aumentos de tipos de interés, que quedarán sin cambios por un buen tiempo. Pero el BoC prepara un discurso que podría darle impulso al dólar canadiense, el cual en las últimas semanas se vio ampliamente favorecido por el alza del petróleo a máximos de 7 años.
Respecto al BCE, la titular de la entidad, Christine Lagarde, dará su habitual conferencia de prensa el jueves, para hablar de los laberínticos caminos que transita el banco central, con planes repletos de siglas inentendibles, pero que terminan todos en el mismo lugar: con una gran emisión de euros.
A esto se suma el PBI del tercer trimestre en Estados Unidos, sobre el cual se espera un crecimiento más acorde a los tiempos anteriores a la pandemia, un 2.6%. Se trata de la primera medición del período, que será corregida dos veces, por lo que puede tener un impacto medio en los mercados. El hecho de que sea simultáneo con las palabras de Lagarde puede que haga eclipsar algo el efecto.
Por último, también el Banco de Japón brindará su informe de política monetaria, sin cambios, como es costumbre, y manteniendo una tasa de interés negativa. La estabilidad de Japón ha logrado que los anuncios de su banco central pasen casi desapercibidos, pese a que la crisis de la pandemia aún se encuentra presente.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College