El sector bancario tuvo un 2020 duro arrastrado por los bajos tipos de interés (ya que mediante las hipotecas y los préstamos es de donde provienen buena parte de sus ingresos) y porque la crisis obligó a implementar fuertes provisiones.
Pero la banca nunca pierde, cuando tiene problemas recurre por un lado a la creación de nuevas comisiones y por otro lado al incremento de las comisiones ya existentes. Generalmente tienden a subir las comisiones de las tarjetas y de las cuentas bancarias (salvo clientes vinculados con la entidad mediante la contratación de una serie de productos y el cumplimiento de otros requisitos, tales como uso mínimo de la tarjeta y domiciliación de recibos).
Buena prueba de que siguen recurriendo a la subida de comisiones desde la pandemia del 2020 es el hecho de que los ingresos vía incremento de comisiones han supuesto una subida del 14%.
De momento, las principales entidades bancarias en España han incrementado las comisiones a los clientes menos vinculados por el mantenimiento de cuentas y tarjetas, suponiendo de media para cada cliente un coste anual de 140 euros.
En el otro lado de la balanza se encuentra la banca online, que se puede permitir no subir los costes al tener menos gastos por no contar con sucursales físicas. De hecho, entre las que actúan en España, Openbank, Evo Banco, WiZink, N26 y Orange Bank obtuvieron en el primer trimestre del año 143 millones de euros vía comisiones, lo que supone tan sólo un incremento del 2,35% respecto el mismo periodo del año anterior.
Se observa últimamente que algunos bancos han empezado a cobrar comisiones por operaciones de retirada de dinero en las ventanillas de las sucursales. Pero hay que recordar que este cargo no puede aplicarse en las cuentas de pago básicas en las que está limitada la comisión máxima mensual que se puede cobrar por el uso de determinados servicios. Por tanto, estos recargos sean gratuitos cuando los titulares sean personas en especial situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión financiera.
Atando en corto las prácticas abusivas
Se entiende por cláusula abusiva toda disposición contractual que no ha sido negociada individualmente y cuya incorporación y aplicación viene impuesta por una sola de las partes, en este caso por las entidades bancarias, gracias a su posición de privilegio.
Veamos algunas prácticas abusivas clásicas:
– Los clientes pueden exigir el reembolso si se aplica una comisión cuando la entidad no presta el servicio cobrado, o si el cliente no solicitó el servicio o renunció a él, así como si cargan una cantidad que supera las tarifas firmadas en el contrato.
– Si se suprime el contrato de una tarjeta, los recargos vinculados a ella deben desaparecer.
– Los intereses de demora. Recordemos que se estableció en su momento que en los préstamos personales al consumo, estos intereses y sus comisiones no podían superar 2,5 veces el interés legal del dinero.
– Las comisiones por descubierto son las que se aplican cuando el saldo en cuenta es negativo, es decir, cuando debemos dinero al banco. Pero está prohibido el cobro de comisión por descubierto cuando este se produce únicamente como consecuencia de las distintas fechas de valoración atribuidas a los ingresos y reintegros en la cuenta corriente por la mecánica bancaria habitual, lo cual no es atribuible al cliente. Ejemplo: si nos llega una transferencia tarde, y tampoco nos pueden aplicar la comisión por descubierto de forma reiterada en el mismo ejercicio de liquidación.
Decir que los intereses de demora por día de descubierto no puede superar en 2,5 veces el interés legal del dinero.
De todas formas, hay sentencias judiciales en las que se comentan que las comisiones por descubierto no corresponden a ningún servicio prestado y que el perjuicio ocasionado a la entidad financiera ya está cobrado y más que compensado con los intereses por demora, por lo que deberían de ser anuladas y reintegrarse lo cobrado de más.
Prueba y error
En un escenario en el que los bajos de tipos de interés y la competencia suponen todo un desafío, el objetivo es captar clientes y mejorar los ingresos. Bien es cierto que se denota un poco de “prueba y error”, van dando bandazos con nuevas ideas y si ven que no triunfan o son poco populares las retiran.
Un ejemplo lo tenemos con el Banco Santander que exigía importantes requisitos de vinculación para no cobrar nada a los clientes por tener una cuenta bancaria. Finalmente debieron de recibir bastantes quejas o bajas de clientes y meses después dieron marcha atrás y suavizaron bastante los requisitos, siendo en estos momentos más asequibles.
La idea de los bancos siempre ha sido ofrecer una amplia gama de productos y servicios financieros a modo de supermercado con el objetivo de atraer a los clientes y poder “colocarles” los productos que más interesan al banco en cuanto a ingresos y comisiones y en el peor de los casos otros productos.
En efecto, muchas de estas estrategias actúan como reclamo o gancho con la clara intención de captar nuevos clientes y que los ya existentes se vinculen aun más si cabe con el banco contratando nuevos productos.
El auge de los bancos digitales
En Reino Unido hemos visto como JP Morgan acaba de lanzar su propio banco digital para competir sobre el terreno con la banca tradicional inglesa. La entidad anunció el lanzamiento de su banco minorista Chase, para su expansión internacional, su primera incursión en la banca minorista fuera de América del Norte. Si su estrategia tiene éxito, el banco seguramente se expandirá por Europa, siendo España uno de sus destinos. Pero de momento, hay que esperar.
Pero no es algo nuevo, ya que Goldman Sachs lanzó su banco digital Marcus en Reino Unido en el 2018.
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