Uno de los principales temores que tienen en estos momentos los inversores (aparte del riesgo de que la nueva variante del coronavirus en la India sea muy resistente a las vacunas) es la expectativa acerca de que la inflación en Estados Unidos se incremente demasiado mientras regresa la normalidad al país tras el levantamiento de las medidas restrictivas de movilidad. Y es que precisamente esas expectativas se encuentran actualmente en niveles elevados no vistos en los últimos diez años. Claro, fundamento hay para pensarlo, ya que el precio de las materias primas está disparado con muchas de ellas en máximos históricos, y a la vez se observa también subida del precio de la vivienda, así como otros bienes y servicios.
De momento, la Reserva Federal de Estados Unidos mantiene los tipos de interés muy bajos y el programa de compra masiva de bonos. Pero un primer aviso o toque de atención lo dio hace poco Janet Yellen, ex presidenta de la Fed, al decir que tal vez habría que empezar a subir los tipos de interés antes de lo previsto, pero tras el revuelo que causó su comentario tuvo que matizar que era una opinión a título personal, pero el mensaje ya lo lanzó. Más tranquilizador fue el presidente de la Fed, Jerome Powell, afirmando que un incremento transitorio de la inflación no cumple con el estándar de la Fed para subir los tipos.
Pero vamos por partes. Recordemos primero algunas cosas sobre el concepto inflación. La inflación es una subida continuada de los precios de los bienes y servicios que y está directamente relacionada con la actividad económica, de tal manera que en una época de fuerte crecimiento las empresas tienen capacidad de subir los precios (aumentan sus márgenes) y los consumidores pagamos esta subida por la propia inercia del momento (expectativas de una buena situación laboral). Se puede decir que una inflación elevada es una lacra para cualquier economía, ya que supone un encarecimiento general del coste de la vida.
Una fuerte inflación con incrementos de dos dígitos implica hiperinflación, fenómenos que va acompañado de un revés económico que termina por ocasionar un elevado desempleo y una importante disminución en la producción de bienes y servicios. Al ser la inflación un aumento general de los precios, la mejor manera de seguir su pista es observar el coste que tiene adquirir un conjunto grande y variado de bienes, lo que se denomina cesta de bienes y servicios. La más tradicional es el índice de precios al consumo (IPC).
He comentado que la subida del precio de las materias primas es una de las causas del incremento de inflación. Con la salida progresiva de la crisis se incrementa sustancialmente la demanda por estos productos, con lo que su precio sube. Algunas commodities están literalmente volando como el hierro, la madera, el cobre y las materias agrícolas, todo ello debido a que China, el principal comprador y consumidor a nivel mundial, vuelven a comprar y la demanda aumenta con fuerza, aparte de las sequías en Brasil y en Estados Unidos. Como resultado, el índice S&P GSCI que aglutina a 24 materias primas se revaloriza en lo que va de año un 27% y el índice de materias primas CRB desde los mínimos del pasado mes de abril de 2020 ha logrado doblar su precio.
¿Entonces qué podemos esperar de la inflación? La pregunta es lógica sobre si las presiones inflacionistas serán lo suficientemente intensas como para obligar a la Fed a variar su hoja de ruta antes del plazo estipulado en su momento. Pues mire, lo más normal es que a lo largo de los próximos meses veamos crecer la inflación, pero es prematuro hablar de reducir el apoyo de la entidad. La Fed no va a cambiar su estrategia, seguirá comprando activos y ya en 2022 podríamos asistir a una reducción progresiva del volumen de compras y respecto a los tipos de interés no los tocará antes del 2023 bien entrado el año, probablemente a lo largo del segundo semestre.
No obstante, tampoco se preocupe mucho por dos razones:
1º No es lo mismo subir tipos de interés cuando se viene de cotas muy bajas y hay una recuperación económica, que subirlos desde un nivel que no es bajo. Estaríamos por supuesto en el primer caso.
2º Atendiendo a un estudio realizado por Robeco, si analizamos la relación entre el comportamiento del S&P 500 y la inflación y lo hacemos en los últimos 65 años la historia nos muestra que para que el S&P 500 se vea afectado es necesaria una inflación como mínimo del 3,8%, pero para verse afectado al punto de tener pérdidas se requiere una inflación mínima del 6%. Así pues, no nos obsesionemos.
No quería terminar sin recordar el oro, ya que históricamente es el activo refugio por excelencia contra la inflación. De hecho ha subido a máximos de tres meses dentro de un escenario que le es favorable, subiendo un 10% en los últimos dos meses (desde los mínimos del pasado 8 de marzo).
En el gráfico se puede ver la formación del soporte a principios de marzo y luego volvió a ser tocado a finales del mismo mes, funcionando realmente bien. La subida origina desde ese soporte alcanzó el primer objetivo por Fibonacci.
Ismael De La Cruz/Investing.com
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