Comprar acciones de las empresas que están desarrollando vacunas contra el COVID-19 ha sido una gran apuesta este año. Algunos de los principales competidores de esta carrera para vencer al virus mortal han visto más que duplicarse en valor de sus acciones en sólo unas pocas semanas.
Moderna, por ejemplo, ha subido un 631% este año, tras reportar una eficacia de más del 90% en su ensayo clínico. Del mismo modo, una empresa alemana, BioNTech, que se ha asociado con Pfizer para desarrollar una vacuna, se ha disparado más del 250% este año. Su vacuna obtuvo la autorización de uso de emergencia del Reino Unido el jueves antes de las decisiones en Estados Unidos y la Unión Europea.
A pesar de estos enormes repuntes, es importante entender si la compra de un desarrollador de vacunas es una estrategia exitosa a largo plazo. En este momento, estas empresas biotecnológicas están suscitando gran interés entre los traders de día, que están desencadenando la volatilidad de sus acciones.
Los precios de las acciones de Moderna, con sede en Massachusetts, por ejemplo, subían hasta un 17% el martes por la mañana antes de caer en picado un 10% por la tarde. Las acciones habían subido un 55% y su valor de mercado ascendía a más de 21.000 millones de dólares durante los tres días de negociación anteriores después de que la compañía publicara datos positivos y planes para presentar la aprobación de su vacuna.
Las acciones de Moderna cerraron el jueves en 157,26 dólares por acción, descendiendo con respecto a sus máximos históricos registrados en 178,50 dólares el 1 de diciembre.
«El peligro para los inversores radica en confundir la importancia de estos medicamentos en la lucha contra la pandemia con el atractivo de la oportunidad de negocio a largo plazo», escribió Charley Grant en un análisis para el Wall Street Journal. «Los medicamentos que los pacientes toman con menos frecuencia tienden a ser menos valiosos para los inversores, por mucho que se necesiten o lo bien que se vendan a corto plazo».
Una apuesta arriesgada
Ésa es quizás la razón por la que las acciones de Pfizer, que fue la primera de las grandes compañías farmacéuticas en anunciar la eficacia de su vacuna, no se movieron mucho tras su éxito. Sus acciones han subido un 8% este año frente a la subida de más del 13% del S&P 500.
Un peligro que podría perjudicar a estos líderes en la carrera por una vacuna es que hay muchas vacunas que están cerca de su etapa final de desarrollo, y si tienen éxito, podrían lastrar los precios de las vacunas. Esa posibilidad hace que comprar una sola vacuna sea una opción arriesgada.
Las principales vacunas, incluyendo la de Moderna y una de Pfizer-BioNTech, utilizan una tecnología conocida como ARN mensajero, mientras que la vacuna experimental de AstraZeneca utiliza un virus inofensivo para generar una respuesta inmunitaria.
«Los inversores ahora creen que las vacunas con ARNm acapararán la gran mayoría del mercado estadounidense en vista de la creciente preocupación de los inversores en torno a las vacunas con adenovirus y, en particular, los últimos datos de AstraZeneca», escribe Matthew Harrison, analista de Morgan Stanley, en una nota de investigación, citada por Bloomberg.
Los inversores podrían esperar hasta 15.000 millones en ventas de la vacuna contra el COVID-19 de Moderna en los próximos dos años.
En conclusión
En el comercio de vacunas contra el COVID, la oportunidad real de ganar dinero estuvo en predecir correctamente el momento de los resultados positivos del ensayo y luego comprar acciones de los líderes de la carrera, como Moderna y BioNTech. Ahora que el movimiento ha pasado, las apuestas en los desarrolladores de las vacunas puras podrían no resultar tan rentables como creían muchos actores del mercado.
Haris Anwar/Investing.com
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