Una combinación de factores se conjuró el lunes para hacer caer a los mercados globales con una fuerza arrolladora. En Europa, una nueva oleada del virus que afecta al mundo desde varios meses atrás está generando una gran preocupación a nivel social y económico. Durante el fin de semana Reino Unido reportó récords de casos desde mayo pasado, en tanto España ya comienza a restringir actividades en varias regiones que se ven especialmente afectadas por los contagios. Alemania y Francia también comienzan a sufrir esta segunda ola, augurando tiempos difíciles para el viejo continente.
En Estados Unidos la situación no le va en zaga. Las casi 200.000 víctimas generan una enorme preocupación hacia el futuro, que en términos de mercados de valores se nota en una salida masiva de las acciones líderes. Este clima se notó desde la apertura de la sesión americana del lunes, aunque ya pasado el mediodía los índices comenzaron a recuperarse.
En nuestra opinión, esta situación será una constante de aquí a bien pasado el tiempo de las elecciones del 3 de noviembre. Habíamos mencionado en varias oportunidades que la crisis sanitaria actuaría como un catalizador -para bien o para mal- en la bolsa de Nueva York, pero que la contienda electoral tendría mayor peso aún. Esperamos una fuerte volatilidad en la bolsa en las próximas semanas, más aún cuando los pronósticos acerca de las elecciones se van haciendo cada día más parejos, con alguna ventaja para el opositor Biden.
La caída del lunes se extendió a las monedas principales. El dólar resurgió como objeto de deseo en todos los frentes, y el euro, la libra esterlina, y hasta el yen que habitualmente va a contramano del resto de las divisas, sufrieron el embate.
El euro se vio afectado por ciertos comentarios de Christine Lagarde, titular del Banco Central Europeo, al poner en duda una reactivación de la economía de la Eurozona, y al afirma que las autoridades del banco observan detenidamente la evolución del euro. La última vez que otros funcionarios de la entidad hablaron del tema, el euro cayó desde 1.2000 unos 200 puntos en pocas horas. Algo parecido sucedió el lunes.
La libra esterlina no se quedó atrás, y también terminó cediendo posiciones en forma violenta. Sin novedades del Brexit, la preocupación de los contagios récord en varias regiones de Inglaterra, especialmente en el norte del país, acapara la atención de los inversores.
También la onza de oro, en su nuevo papel de instrumento de inversión, cayó fuerte. Los 78 dólares que entre máximo y mínimo se movió el metal precioso desde el viernes ponen de manifiesto la volatilidad de la onza, que tiene por delante el desafío de superar nuevamente los 2000 dólares. No le costará hacerlo apenas logre pasar los 1974 dólares.
El panorama del martes muestra algunos cambios. Los futuros de los índices de Nueva York comienzan a dar señales de recuperación, aunque las divisas principales vuelven a ceder. El euro no se aleja de 1.1700, nivel cuyo quiebre bajista parece inminente. La libra esterlina se vio sacudida por un discurso de Andrew Bailey, Gobernador del BoE, quien dijo que a la economía británica se la puede ver como “un vaso medio lleno o medio vacío”, una obviedad que aplica a todos los países del mundo, pero que generó una momentánea caída de la libra, adicional a la de la víspera. De esta última, la divisa británica comienza ya a recuperarse.
El oro no levanta cabeza, y puede apuntar a 1881 dólares, su mínimo del lunes, e incluso superarlo. Difícil es operar con un activo de tamaña volatilidad en los cortos plazos: torna un juego a un mercado mucho más complejo y fascinante como para dejarlo en manos del azar.
La agenda del día incluye la primera presentación del presidente Jerome Powell ante el Congreso, de la cual no creemos pueda salir algo demasiado nuevo ni diferente a lo que expresó el miércoles pasado.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el miércoles.
Adrián Aquaro
Trader College