«La manipulación del dinero termina inflando burbujas en toda clase de activos, y como todas las burbujas, estas terminan estallando», afirmaba recientemente el economista G. Barba, en una interesante reflexión sobre lo que a su juicio es uno de los errores económicos más grandes de la historia: Las políticas monetarias ultralaxas en todo el mundo. En principcio, en un entorno en el que se ha sufrido la mayor recesión de la historia reciente, parecería razonable apoyar unas políticas de inyección masiva de dinero con el objeto de reactivar las economías. Para Barba esto es una equivocación, y es uno de los factores que han generado crisis tras crisis en las últimas décadas. Veamos por qué opina de esta manera:
Se suele decir que la tasa de interés es “el precio del dinero”, cuando en realidad es el precio pero del dinero prestado, es decir, del crédito. El dinero es una mercancía con características muy particulares. Casi todos queremos dinero porque al ser el intemediario general en los intercambios, nos permite canjearlo por prácticamenre cualquier cosa que queramos, en el momento que deseemos.
Sin embargo, entre aquellos que queremos dinero hay diferencias en lo que respecta al tiempo o momento en que deseamos hacer uso de él. Unos, tienen urgencia y están dispuestos a comprometerse a devolver más dinero en el futuro a cambio de recibirlo ya; otros, no tienen la misma urgencia y están dispuestos a adelantar (prestar) el dinero a aquellos que lo requieren hoy, con tal de obtener una ganancia (rendimiento) a futuro.
Esa es la base del crédito: una promesa de pago, y todas las promesas, corren el riesgo de ser incumplidas.
La puja entre oferentes y demandantes de dinero prestado, por lo tanto, es la que da lugar a la tasa de interés.
Como ocurre con el precio de cualquier mercancía, cuando una autoridad interviene para fijar cualquier precio, genera distorsiones que siempre son negativas. No es este el espacio para abundar en dichas distorsiones, pero conviene que sepamos de manera simplificada que si el precio fijado es demasidado bajo (por debajo del precio que establecería el mercado libre), no habrá oferta (habrá escasez), y si es demasiado alto, no habrá demanda (habrá demasiada oferta).
Los precios son como mensajes que le van diciendo a los empresarios, inversionistas y consumidores lo que hace falta o lo que sobra producir, por lo que esos precios deben ser libres en todo momento para no enviar mensajes tergiversados que induzcan errores.
Todo este preámbulo era necesario para poder abordar de mejor forma el tema de las tasas de interés que, en todo el mundo, rondan de nuevo niveles mínimos de todos los tiempos.
Eso no sería ningún problema si esos tipos de interés se debieran a un exceso de ahorro y por tanto, a una oferta excesiva de dinero parr prestar, con respecto a una demanda baja de dinero prestado.
No obstante, estamos muy lejos de esa realidad.
En los hechos, hay una élite de autoridades monetarias – los bancos centrales- que de manera artera manipulan el mercado más importante: el de las tasas de interés, creando una falsa sensación de oferta de ahorro cuando lo que hay, es un exceso de deuda y crédito.
¿Qué pretenden los bancos centrales? Se supone deprimen el precio del dinero prestado para que tanto gobiernos, como empresas y personas, se endeuden barato para aumentar el consumo y con ello “estimulen” el crecimiento económico y el empleo.
Pero como ocurre siempre que una autoridad o gobierno impone políticas o reglas, los tomadores de decisiones no siempre reaccionan como “deberían” (según la óptica oficial) por el simple pero fundamental hecho de que poseen libre albedrío.
Peor todavía: la manipulación del mercado termina inflando burbujas en toda clase de activos, y como todas las burbujas terminan estallando, cuando lo hacen generan una reacción en cadena cuya crisis, resulta siendo cada vez más grave y destructiva que la anterior.
No es casualidad, por lo tanto, que el mundo esté inmerso – con independencia de la crisis por COVID-19 – en una secuencia de crisis recurrentes que parece no tener fin.
Pues bien, en este contexto, los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) han hecho pública su opinión respecto a que, tras la Gran Recesión de 2009, iniciaron “demasiado pronto” el ciclo alcista de tasas de interés en 2015.
Esta postura se suma a las opiniones de Jerome Powell, presidente de la Fed, quien ha dejado claro que la economía necesitará “más gasto público y bajas tasas de interés” durante años.
Más allá de que sea un error tratar de solucionar una crisis provocada por gasto público global y crédito excesivos, con más de lo mismo, como inversores esta clase de anuncios nos ayuda a posicionarnos mejor con miras a maximizar nuestros rendimientos.
Y es que en la búsqueda de esos rendimientos que NO nos pagarán los bonos ni otros instrumentos de renta fija, los beneficiarios serán los índices bursátiles, las divisas de riesgo, los activos reales (oro y plata, bienes raíces, materias primas, etc.) y hasta activos virtuales que funcionan como reales: las criptomonedas.
Más que nunca, la Fed está ávida de inflación para “estimular” la economía, y en su manipulación del mercado creará oportunidades únicas de inversión para quien las sepa aprovechar.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa