Tesla inició 2020 con unas acciones que valían 430 dólares. Si en ese momento las hubiéramos situado en 1.500 dólares, que es el precio al que se intercambian hoy día, quizás alguno de nuestros lectores nos habría tachado de locos. Pero no habría hecho falta. Yo misma tampoco pensaba que fuera a subir un 261% en el periodo, incluso sin descontar la pandemia, que en enero todavía se nos antojaba lejana.
La compañía, sin embargo, ha capeado todos los temporales. Ni las recomendaciones bajistas, ni la recesión económica, ni los problemas de Elon Musk por tener el pico cerrado le han pasado factura. Todo lo contrario. Los pedidos han aumentado, los cortos la han respaldado y la guinda llegó con los resultados del segundo trimestre, aparentemente los más “tocados” por la crisis. Pero ni con esas. La compañía logró presentar un beneficio por acción de 50 centavos y unos ingresos de 6.040 millones. El cuarto trimestre consecutivo de beneficios y el S&P 500 más cerca que nunca. No se lo resiste nada y hasta se nos hace aburrido comentar nuevamente que sube. Sí, más de lo mismo.
Pero hay cosas que no encajan y un precio que, pese a infinidad de factores que puedan apoyarle (tengo mis serias dudas), me parece desorbitado. Y los artículos que leo en prensa me dan la razón. Intento escarbar, además, en la parte más oscura del negocio. Et voilá. Dice Charley Grant en The Wall Street Journal que “los beneficios no vienen de vender más coches. De hecho, los ingresos totales bajaron un 4% frente al año anterior. Y los 6.000 millones de facturación incluyen ventas de créditos regulatorio por valor de 428 millones para apoyar a los rivales a cumplir con los requisitos de emisiones”.
Grant reconoce que es curioso que su valor de mercado se aproxime a los 300.000 millones pese a tener una cuota de mercado mínima en el sector automovilístico. “Para justificar este precio deberíamos haber sido testigos de un crecimiento espectacular, pero Tesla no ha sido capaz de crecer en ingresos desde el cuarto trimestre de 2018. Y cuando un valor se desvincula de la realidad de esta manera, todo es posible”.
No puedo estar más de acuerdo. He escrito a menudo de Tesla, y nunca he visto factores que sostuvieran con peso la evolución alcista que estábamos viendo. Sí, mucha promesa positiva; sí, otro tanto de apoyo de algunos analistas, pero, sobre todo, mucha especulación y muchas ventas a corto. Pero no lo digo solo yo. Lo dice Grant, y lo dice el propio Musk, quien el 1 de mayo ya escribió en Twitter que la acción estaba “demasiado cara”. Desde entonces sus acciones han doblado su valor.
En los dos últimos meses, Tesla ha terminado la sesión con caídas en 7 ocasiones. Y dos de ellas se han producido esta semana, una de ellas el jueves, día después de presentar resultados. Pero estamos a una semana de cerrar julio y de momento repunta un 40% (51% desde el 24 de junio). Números difíciles de revertir así como así. Si observo el panorama del año, también veo más verde que rojo. Asusta. Pero como llevo años en bolsa, también diré que no todo reluce todo el tiempo, y que Tesla acabará explotando, de un modo u otro.
Y creo que a través de estas 3 opciones podría venir la caída:
- El sentimiento puede cambiar: Ya hemos constatado, con algunas de las cifras aportadas, que lo de Tesla es más una corazonada que una certeza. Los inversores no dejan de comprar porque ven lejos las caídas, pero terminarán llegando, pues igual que hoy nos mostramos positivos con un valor, mañana puede suceder lo contrario. Es la “magia” de la vida (y la bolsa, lo de que no todo dura eternamente). Y la historia nos avala: Grant nos recuerda que Tesla ha recortado su valor a la mitad en los últimos dos años. “Y cuanto mayor sea el rally, mayor será el desplome”, concluye.
- La competencia crece: Dice Antony Currie, de BreakingViews, que la buena lectura que podemos hacer de la subida es la esperanza de que el negocio eléctrico vaya en aumento. Pero si eso sucede, cosa que celebraría yo también, Tesla no estará sola, como ahora parece. A la más conocida, NIO, se podrían unir compañías como Fisker o Rivian, y no podemos olvidar a las ‘viejas glorias’. Y es que los fabricantes tradicionales están invirtiendo muchos millones en electrificación, con nuevos modelos que llegarán al mercado en próximos años.
- Cuando las previsiones no se cumplen: Hasta la fecha, Tesla ha logrado ir superando obstáculos y dar buenas noticias al mercado en cuanto a entregas de vehículos o resultados. Pero la gallina de los huevos de oro podría agotarse, y un mercado muy tocado por la crisis podría terminar dándole la espalda. Esta semana especulábamos con una agresiva política de reducción de precios en China para mejorar las ventas, así que las cosas podrían irse complicando cada vez un poco más para la compañía de Musk.
Pese a todo lo anterior, quiero dejar claro que me gusta la compañía. Y que tiene potencial de crecer y ofrecer valor. Pero un valor justo y ajustado a lo que en realidad es. Que suba por lo que ofrece, por lo que vende, pero no por lo que han presionado un rebaño de inversores minoristas e institucionales, como los llamaba Haris, analista de esta casa. Él recomendaba prudencia: “No hay duda de que esta estrategia ha producido enormes recompensas, pero es prudente dejar de lado un poco el riesgo y disfrutar de las ganancias”.
No me queda más que respaldar su argumento. Pongámosle por tanto más cabeza… y menos corazón.
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