Se conoce con la expresión “el rally más odiado de la historia”, a las subidas de los mercados de valores desde los mínimos de marzo de 2009. ¿Por qué? Pues porque la mayoría de los inversores particulares, y un gran número de los gestores profesionales, no participó de ella ante el temor de que simplemente fuera un rebote antes de nuevas caídas generadas por las consecutivas crisis financieras, tecnológicas, inmobiliarias que hemos sufrido desde el 2000. La consecuencia es que a pesar de que los indicadores se han multiplicado por varias veces (sobre todo en el caso del mercado de valores estadounidense), la gran mayoría de los inversores se ha beneficiado en un pequeño porcentaje.
Bien, pues podríamos definir de la misma manera al fuerte rebote que han desarrollado los mercados de acciones desde el pasado de marzo. Como vemos en los indicadores de sentimiento inversor que publicaremos a continuación, los inversores particulares han expresado un alto escepticismo sobre estas alzas.
El último informe de la Encuesta de Sentimiento AAII señaló que el sentimiento alcista de los inversores individuales disminuyó 9.9 puntos porcentuales a 24.4%, y la mayor parte de la disminución se trasladó a la lectura de la tendencia bajista que aumentó 9.7 puntos hasta el 47.8%. El spread alcista/bajista ahora se sitúa en un amplio -23.4 puntos porcentuales.
Bien, pues podríamos definir de la misma manera al fuerte rebote que han desarrollado los mercados de acciones desde el pasado de marzo. Como vemos en los indicadores de sentimiento inversor que publicaremos a continuación, los inversores particulares han expresado un alto escepticismo sobre estas alzas.
El último informe de la Encuesta de Sentimiento AAII señaló que el sentimiento alcista de los inversores individuales disminuyó 9.9 puntos porcentuales a 24.4%, y la mayor parte de la disminución se trasladó a la lectura de la tendencia bajista que aumentó 9.7 puntos hasta el 47.8%. El spread alcista/bajista ahora se sitúa en un amplio -23.4 puntos porcentuales.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa