El sector bancario europeo sigue siendo de los que más está sufriendo este año. A pesar de operar en niveles muy bajos, las entidades bancarias no han encontrado todavía demasiada confianza en los inversores. Y es que la atención se ha centrado en las grandes provisiones que han de realizar y las sombrías perspectivas de ganancias.
El índice bancario europeo se hundió recientemente a un mínimo histórico. En el gráfico pueden ver cómo el gran soporte que siempre impidió mayores caídas en 2009, 2011, 2012, 2016, 2019, ha terminado por sucumbir y ceder ante la presión bajista este año. El precio no sólo perdió el soporte sino que en el mes cerró por debajo y abrió también por debajo, un síntoma inequívoco de debilidad.
Por su parte, el Stoxx 600 Banks (incluye a varias entidades del Reino Unido, Suiza, los países nórdicos y Polonia) también alcanzó nuevos mínimos históricos.
Como ya les comenté hace varias semanas, será en los próximos meses cuando llegue el impacto más duro en términos de morosidad y deterioro de los balances, ya que el sector, además de tener que lidiar con tipos de interés muy bajos, tiene que hacer frente al parón de la economía que ha hecho caer más los ingresos y elevar las provisiones.
Por cierto, los bancos europeos no podrán pagar dividendo hasta el próximo año. El BCE ya de por sí lo “impedía”, tanto dividendos como recompras de acciones hasta el mes de octubre, pero la Junta Europea de Riesgo Sistémico ahora propone esperar al menos hasta el próximo año (1 de enero de 2021) con el objetivo de mantener la estabilidad financiera, la solvencia de las entidades bancarias y garantizar el flujo de crédito a la economía.
De momento, aunque poco a poco, los bancos van recuperando parte del valor perdido desde la fuerte caída que comenzó el 18 de febrero, pero Banco Sabadell (MC:SABE) (junto con Bankia (MC:BKIA)) siguen aun por debajo del precio de cotización cuando se implementó el estado de alarma a mediados de marzo. Otros como BBVA (MC:BBVA), Banco Santander (MC:SAN), Bankinter (MC:BKT) y CaixaBank (MC:CABK) ya han recuperado esa cota.
A ello han contribuido básicamente tres factores:
- – La revisión al alza de precios objetivos otorgados por el mercado.
- – La inyección de liquidez por parte del Banco Central Europeo que sin duda alguna supone todo un revulsivo para las entidades bancarias del país.
- – El BCE no tocará los tipos de interés, es decir, no los bajará más.
Pero veamos el Banco Sabadell en concreto. En un intento por transmitir tranquilidad y confianza, el consejero ejecutivo David Vegara ha elevado su apuesta por la entidad y ha adquirido 35.000 acciones invirtiendo 10.500 euros a un precio de 0,30 euros por título. Pero no sólo él, también el director financiero Tomás Varela compró más de 85.900 acciones a 0,30 euros por título.
Pero pese a este alarde, la realidad es que Sabadell es el banco más débil ante la crisis del coronavirus por su elevada exposición a las pymes y su única salida pasa por una operación corporativa y una opción podría ser una fusión entre Sabadell y Bankia, ya que sería favorable si atendemos a la potencial rentabilidad en términos de beneficios y ahorros de costes. El grupo resultante de esta fusión podría alcanzar un incremento de las ganancias netas del 20% en el 2022 (ingresos de unos 7.935 millones de euros ese año).
Un hecho significativo es lo que sucedió en cinco sesiones entre finales de mayo y primeros de junio donde se movieron casi 1.000 millones de acciones del Sabadell con los inversores intercambiándose más del 15% de la entidad. De hecho el banco marcó un nuevo récord el pasado viernes 29 de mayo cuando se movieron más de 470 millones de acciones (más del 8% del capital). Todo esto vino a coincidir con el último movimiento que hizo el hedge fund Millennium, concretamente cerró bruscamente su posición de cortos del 1,81%, nada más y nada menos que la segunda posición más grande adoptada por un inversor bajista desde hace 9 años (cuando Wellington tebía el 1,84%). Pero nada de lanzar las campanas al vuelo, porque todavía hay ventas importantes por parte de otros fondos.
En el siguiente gráfico pueden ver una línea trazada, es la clave de todo sin duda alguna. Fue un fuerte soporte formado en septiembre de 2016 que al ser tocado en octubre de 2018 impidió males mayores, pero que al ser perdido en diciembre de 2018 activó todas las alarmas al ser una señal de debilidad. Y es que desde que perdió esa zona, todo intento de volver a recuperarla ha resultado inútil, siempre que rebotaba al alza y llegaba a dicha zona (que tras dejar de ser soporte pasa a ser resistencia) volvía a caer con fuerza, con lo que el efecto pullback (tras la pérdida de un soporte, la cotización cae y luego inicia un rebote hasta ese soporte perdido pero no consigue volver a estar por encima de ese soporte y comienza nuevamente una caída rompiendo incluso los mínimos anteriores desde los que rebotó. Por tanto, se trata de un descanso para continuar con la tendencia bajista).
Esto significa que mientras no logre romper por arriba 1,081 euros no podremos empezar a hablar ciertamente de fortaleza.
En éste otro gráfico lo que nos indica es el papel que juega la zona de 0,50-0,52 euros, que es el primer nivel Fibonacci. Generalmente, la mayoría de las ocasiones, tras una fuerte caída el rebote se produce también con fuerza y alcanza al menos el primero de los tres niveles Fibonacci. Si no alcanza ni siquiera el primero de ellos, significa que aun no estamos ante el verdadero rebote.
En mi opinión no es ni mucho menos la mejor opción de inversión dentro del sector bancario español. BBVA y Santander estarían por delante, por ejemplo. Pero si un inversor compró después del 27 de marzo, no sería mala idea que si sube a 0,50-0,52 euros cierre parte de su compra y coloque un stop loss ganador.
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