Se inicia una semana combina los habituales informes de fin de mes, y también los de inicio del mes siguiente. Y todo parece indicar que los datos a conocerse no caerán bien en los mercados. A la encuesta de confianza del consumidor del Conference Board, que al cabo será una copia de la de la Universidad de Michigan, que ofreció su menor guarismo desde octubre de 2016, se le suman datos clave, como de empleo, manufacturas y servicios.
El dato de la Universidad de Michigan del viernes es significativo. La confianza del consumidor tan baja indica que cualquier compra de bienes durables, o planes de mudanza, inversiones importantes o cualquier otra actividad fuera de lo habitual quedará para mejor oportunidad. Y esto es complicado para una economía que comienza a crujir a nivel global, en el contexto de una crisis que tendrá especial virulencia en Estados Unidos, pese a la montaña de dinero que el gobierno y la Fed inyectarán.
En cuanto a las encuestas ISM, la de manufacturas probablemente arroje sus más bajos niveles en 11 años, al igual que la del sector de servicios, que venía remontando en los últimos meses.
Con este panorama por delante, hay varias preguntas que cabe hacerse. La primera es si esta crisis durará mucho tiempo o, como muchos especulan en la bolsa de Nueva York, en pocos meses será superada. La crisis del virus ha llegado a Estados Unidos, y la cantidad de casos detectados, como la de víctimas que lamentablemente se ha cobrado parecen encaminarse a ser las más graves del mundo. La política del gobierno de Donald Trump para combatir la expansión del virus es confusa y errática, con idas y vueltas que combinan el temor a un contagio masivo con la convicción de que ante una cuarentena prolongada el país ingresará en recesión, y la reelección de Trump quedará trunca.
La otra pregunta importante es como reaccionará el dólar ante semejante batería de datos negativos. El de peticiones semanales de subsidio por desempleo del jueves pasado, por lejos el peor de la historia, no surtió efecto alguno en los mercados. Muchos opinan que el dólar volverá a crecer pese a los informes malos, dado que ante una circunstancia extrema los operadores se volcarán al billete; otros, más ortodoxos, creen que el reinado actual del dólar quedará por un tiempo de lado.
El problema adicional para que el dólar baje es que del lado del euro, la libra esterlina y el yen, sus principales rivales, tampoco aparecen incentivos importantes. El euro comenzará a transitar una nueva etapa, con un récord de dinero colocado por el Banco Central Europeo, y con una emisión de 750 mil millones por parte de Alemania, que sale de este modo de su tradicional disciplina fiscal.
La libra esterlina creció fuerte la semana anterior, pero no parece tener fuerza para seguir mucho más. Todo se encamina a que la zona de 1.2000 sea el soporte de los próximos días, en momentos en que la crisis también pega fuerte en Reino Unido. El Banco de Inglaterra prometió ayuda, y recortó fuera de calendario su tasa de interés, y el crecimiento de la libra pareció más vinculado a la debilidad del dólar de los últimos días que a su propia fortaleza.
El yen puede ser la excepción, si es que los mercados vuelven a buscarlo como refugio. Su fuerte crecimiento de los últimos días es significativo, y podría mantenerse firme durante la semana que se inicia.
Este lunes, en realidad ya en la mañana asiática del martes, podría llegar un pequeño alivio para esta situación si, como se espera, el dato de manufacturas de China crece por encima de los 42 puntos, después de su dura caída a 35 puntos en febrero.
La reacción inicial de los futuros de los índices de Nueva York no fue tan dura como en las últimas semanas. La apertura volvió a ser negativa, pero al menos no perdieron tanto terreno, y esto, en el actual contexto, merece destacarse.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College