El coronavirus ha desatado ya la peor crisis financiera global desde 2008, que en ese entonces derivó en la Gran Recesión de 2009. ¿Tenemos que esperar entonces una nueva Gran Recesión en 2021? Por ahora no es el escenario base, ahora bien, si la incertidumbre sobre la enfermedad sigue golpeando la economía a nivel mundial más allá del segundo trimestre, ese escenario pasaría a ser la primera opción en la comunidad económica y financiera.
Nos enfrentamos a una situación de pánico en los mercados que se ha trasladado a la economía real, y tiene el reflejo en escenas tan surrealistas como las largas colas para hacer acopio de alimentos en los supermercados a pesar de que los mismos afirman públicamente que no hay ni habrá ningún problema de abastecimiento. Pero estamos en una crisis de confianza, y cuándo eso sucede, nada se interpone entre el miedo primitivo de un ser humano y sus actos.
Ahora bien, intentemos analizar desde un punto de vista lo más objetivo posible a qué nos enfrentamos. El economista Guillermo Barba afirma:
Hemos insistido en que una recesión global este año sigue prácticamente descartada, pero también, que, si la incertidumbre por la nueva enfermedad se prolonga hasta el segundo trimestre y más allá, estaríamos a las puertas de una nueva Gran Recesión en 2021.
Una crisis es un punto rápido de quiebre, cargado de volatilidad y turbulencia que se manifiesta con altibajos en los mercados.
Una recesión económica, en cambio, tiene varias definiciones según las diferentes ópticas y opiniones de los académicos que las estudian. Sin embargo, en general podemos decir que una recesión puede o no ser efecto de una crisis financiera, pero que siempre implica la existencia de un ciclo de contracción de la producción de bienes y servicios, con efectos negativos en otros mercados como el laboral.
Por eso, mientras que una crisis financiera es sentida de primera mano por unos cuantos inversores, mientras la mayoría de la población la ve de lejos, una recesión es padecida por la mayoría de las personas de un país, sea inversor o no.
En este sentido, desde la aludida Gran Recesión, Estados Unidos -la economía más grande e importante del planeta- ha experimentado su racha de crecimiento más larga sin recesión de que se tenga registro.
Los efectos de la oferta y la demanda se notan más en épocas de turbulencia: se vende en masa cualquier activo considerado de alto riesgo, caen de precio, y la demanda de dólar, oro, y otros activos de protección, catapulta al alza sus cotizaciones.
La lección es muy clara: el momento de prepararse construyendo un refugio sólido para cuando llegue la tormenta, es en tiempos de calma, no cuando la lluvia y los vientos huracanados se comienzan a sentir. ¡Para entonces ya es demasiado tarde!
Dicho esto: ¿ya no queda nada por hacer en materia financiera? De hecho, queda mucho.
A juzgar por el pánico que sigue generando la propagación del coronavirus por todas latitudes, ya no se descarta que lo peor de esta debacle esté apenas por venir.
Pero ¿es racional y justificado el miedo al Covid-19? Seguro que no, pero eso pasa a segundo término cuando lo que verdaderamente mueve a los seres humanos y sus decisiones, son las emociones. Súmele a eso que el miedo es quizá la más poderosa y peligrosa de todas ellas, y tiene todos los ingredientes que necesita para que de aquí en adelante todo pueda empeorar.
Por eso le digo que si la incertidumbre dura más allá del segundo trimestre, entonces una recesión en 2021, quizá una nueva Gran Recesión, sería inevitable.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa