Más que en cualquier otro momento durante los últimos dos años, los inversores que han seguido de cerca cómo tomaba forma el gran cambio del gigante industrial General Electric por fin tienen razones para sentirse seguros.
El flujo de caja libre, el indicador más importante a tener en cuenta en el informe del director ejecutivo, Larry Culp, está mejorando a medida que algunas de las unidades industriales de la compañía comienzan a mostrar signos de estabilización tras el precipitado descenso observado desde 2017.
Alentados por esta fortaleza, los inversores han comenzado a establecer sus posiciones en las acciones de GE, que subieron un 50% en 2019. A 13,16 dólares al cierre de ayer, tras subir un 2,4% intradía, las acciones han subido más de un 15% este año.
Pero este repunte no debería dar una impresión demasiado positiva de la situación actual del problemático gigante industrial. El repunte de las acciones no ha bastado para recuperar las pérdidas que sufrieron los inversores tras el colapso de GE de 2017, que fulminó más de 200.000 millones de dólares de valor al accionista y obligó a la compañía a reducir drásticamente su dividendo.
En vista de este pasado doloroso, es importante averiguar si este cambio se mantendrá o si es sólo el llamado repunte del gato muerto.
Los alcistas de GE han señalado varios factores que creen que hacen que su recuperación sea más creíble —incluyendo los resultados del cuarto trimestre de la compañía publicados el mes pasado, cuando pronosticó que el flujo de caja libre coincidiría al menos aproximadamente con el rendimiento de 2019 y que podría elevarse hasta nada menos que 4.000 millones de dólares.
Esto tuvo lugar después de que GE informara de que sus negocios industriales habían generado 2.300 millones de dólares a lo largo de 2019, superando el punto más alto de las previsiones de GE.
La unidad energética sigue luchando
Este rendimiento es algo que Culp lleva prometiendo desde que asumiera el cargo a finales de 2018, encargado de salvar al barco GE del hundimiento, ya que la demanda de sus principales productos disminuyó y el nivel de deuda aumentó a un nivel alarmante.
La mayor sorpresa vino de la unidad de aviación, que informó de un aumento del 5,7% de las ventas y del 22% de los pedidos incluso después de que el Boeing 737 MAX fuera confinado en tierra. GE Aviation, asociada con la francesa Safran, fabrica los motores Leap para los aviones de fuselaje estrecho, que estuvieron involucrados en dos accidentes mortales el año pasado.
Aunque la confinación en tierra del MAX sigue lastrando los flujos de efectivo de GE Aviation, las ventas de la división están mejorando a medida que aumenta la demanda de su motor Leap, que también se utiliza para dar potencia al A320neo de Airbus Group. GE ha dicho que prevé que el MAX vuelca a estar en el aire a mediados de 2020, según las previsiones de Boeing.
Por otro lado, el negocio energético de la compañía sigue teniendo problemas. Es probable que tanto las unidades energéticas como las de energías renovables sigan quemando efectivo en 2020, pues ha habido una mejora en el sector energético tras los 1.500 millones de dólares negativos de flujo de caja de 2019 y las energías renovables han experimentado un deterioro frente a los 1.000 millones de dólares negativos del año pasado.
Los analistas de Wall Street suenan algo más optimistas en cuanto a la compañía, citando la mejora de los flujos de efectivo. Bank of America actualizó la calificación de las acciones de GE a compra. Deane Dray, analista de RBC Capital Markets, dijo que la previsión de la FCF para 2020 debería dar a las acciones de GE un impulso al alza.
Actualmente, siete analistas de 17 asignan una calificación de «compra» a las acciones de GE, dos recomiendan vender, mientras que seis le asignan una calificación de «retención», con un objetivo de precio promedio de 12,75 dólares para los próximos 12 meses.
En conclusión
La reestructuración de GE está sin duda mostrando signos de impulso y podría muy bien afianzarse este año. A pesar de este optimismo, invertir en GE sigue siendo una apuesta arriesgada, ya que todavía hay muchas cosas que podrían salir mal, especialmente cuando sus empresas de aviación y energía siguen enfrentándose a una gran incertidumbre.
Haris Anwar/Investing.com
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