La imagen pública del presidente de un país suele ser radiante. Difícilmente se los muestre preocupados ante la opinión pública, salvo cuando las circunstancias se ponen demasiado espesas. Pero hay un presidente que esta vez se ve más alegre que nunca. Y, cuando no, se habla de Donald Trump, el presidente de Estados Unidos.
Al cabo de su tercer año de mandato, que se cumplió el 20 de enero, Trump puede vanagloriarse de haber llevado a su país, nuevamente y sin discusiones serias en el medio, a liderar económicamente al mundo. Si bien ya había recibido una economía estable de parte del expresidente Barack Obama, Trump le dio un impulso que se tornaba indispensable para quitar del medio a China, que en los últimos tiempos no ha pasado el mejor de sus momentos.
La Fed acompaña esta ola favorable de datos con presentaciones que resultan realmente insulsas, pero prudentes, sin levantar polvareda, y con tasas que están lo suficientemente bajas como para no influir en la economía, y lo suficientemente altas como para actuar sobre ellas si esta racha positiva se termina.
Como si le faltaran motivos para festejar, a Trump lo absolvió el Senado de la acusación de abuso de poder, un manotazo de ahogado de los demócratas que ven como se le irán 4 años más sin el poder, en una serie de actos que terminó dando algo de lástima, con la líder del partido, Nancy Pelosi, rompiendo en la cara de Trump un discurso.
Todo esto, en conjunto, explica el alza del dólar que, paradójicamente, se detuvo este viernes, luego del gran dato de empleos de enero, con una medición muy por encima de lo esperado.
Técnicamente se daban las condiciones para que se produjeran los movimientos que vimos en estos días: el euro se mueve a los tumbos, al igual que las variables macro más importantes de Alemania, en tanto la libra se enredó nuevamente en el drama del Brexit, conflicto sin final a la vista, y con consecuencias inimaginables.
No extraña, pues, ver al euro debajo de 1.1000. La zona de 1.0925 vuelve a entrar en escena, siendo el objetivo de una formación de hombro cabeza hombro que nunca se fue del todo, y que ofreció un pullback impecable contra su línea de cuello en el máximo del 31 de enero en 1.1094. El quiebre de 1.0925 podría desbarrancar al euro, que tendrá un débil soporte en 1,0880, el mínimo de 2019. De lejos empieza a verse la zona de 1.0720, un viejo gap que dejó el triunfo de Emmanuel Macron en Francia, allá por abril de 2017. Parece la prehistoria.
La libra tampoco parece tener por delante un futuro de gran brillo. La Unión Europea le tendió la mano a Boris Johnson, líder británico, y este actuó de la peor manera, con una actitud descortés que incluyó un duro es incompresible discurso en contra de la Unión que debió hacer cumplir los plazos de salida hace casi un año, y no lo hizo, frente al desorden británico, que recién ejecutó la salida cuando y como quiso.
La libra esterlina refleja esta serie de desórdenes, con una baja que parece insuficiente en función del descalabro que sufrirá la economía de Reino Unido cuando el Brexit empiece a tener efecto. Es más: probablemente la libra suba bastante más hasta que las consecuencias se vean sobre la mesa. Por lo pronto, su caída de 1.3000 no es tan grave en función de lo que pudo haber ocurrido con la salida de la UE.
El yen y el oro tuvieron una semana irregular. Cayeron con fuerza por la fortaleza del dólar, pero se mantienen alertas por la incertidumbre que en los mercados provoca el coronavirus. Si bien el efecto grueso de la enfermedad sobre los mercados ya pasó, se siguen sumando víctimas, sobre todo en China, y en algún momento va a tener un nuevo efecto sobre la bolsa de Nueva York. Esto puede ocurrir cualquier día en que Estados Unidos no ofrezca datos positivos, o ante una ganancia muy marcada de las acciones; las tomas de ganancia tienen que tener un motivo, y este virus ya ofició de disparador días atrás.
La segunda semana del mes tendrá eventos y cifras clave, aunque en cuentagotas. El calendario incluye la presentación del presidente de la Fed. Sr. Powell, ante el Congreso, que suele ser seguida por los operadores, los cuales intentarán encontrar pistas de los próximos pasos del banco central. Las ventas minoristas y los datos de inflación son, hoy por hoy, los que más impactan en los precios el dólar luego del ISM de servicios, que aparece como el dato más relevante cada mes.
Salvo alguna cuestión puntual, que aún no se percibe, no esperamos cambios de tendencia determinantes. El dólar seguirá dominando el panorama en los próximos días, aunque se torna inminente, y diríamos que imprescindible una corrección bajista. Ninguna moneda sube o cae en forma indefinida y permanente.
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