La economía de Estados Unidos atraviesa un ciclo de fuerte crecimiento, de eso no cabe duda. Desde la asunción del presidente Trump, tanto la variable del empleo, que es justo decirlo ya llegaba bastante estable desde los últimos años de la presidencia de Barack Obama, como los datos principales que hacen a la macroeconomía local se ven realmente sólidos.
La publicación del ISM de servicios, un dato clave en Estados Unidos, confirmó el buen momento del sector. Ya el lunes se había conocido la medición de manufacturas, que sorpresivamente creció por encima de los temidos 50 puntos, después de 5 largos meses debajo de dicho nivel. El dólar reaccionó “a la antigua”, creciendo con fuerza ante la novedad. Y decimos a la antigua porque hace tiempo que las divisas dejaron de responder en forma directa al resultado de los informes, para moverse en cualquier sentido, por lo que se torna indispensable realizar un análisis técnico bien elaborado, mucho más certero que adivinar el camino de una moneda luego de la publicación de un informe.
Pero eso no fue todo. La encuesta ADP de empleos privados arrojó un sorpresivo crecimiento en enero, con 291 mil nuevas nóminas, una cifra que casi duplica a lo esperado, y que se acerca a los máximos de 2017, que en febrero de ese año llegaron a 298 mil. Por encima de dicho nivel ya iremos a niveles que la variable no toca desde 2012.
El dato, analizado en profundidad, muestra que en las firmas de hasta 50 empleados se generaron unos 71 mil puestos en el sector de servicios, y unos 23 mil en manufacturas, lo cual da una muestra de la diferencia que hay entre los dos sectores de la primera economía del mundo.
A ello se sumó que, por la tarde, el Senado “absolvió” al presidente Trump de un insólito juicio político al que el partido Demócrata lo sometió bajo el cargo de abuso de poder. Sin entrar en el fondo de la cuestión, que excede al contenido de esta columna de opinión, la triste impresión que queda al respecto es que el partido que en el Congreso dirige Nancy Pelosi intentó en forma desesperada impedir la reelección de Trump. Era obvio que el Senado no aprobaría los cargos, dado que la mayoría pertenece al partido Republicano gobernante. A Trump ahora se le acorta el camino a su segundo mandato, aunque deberá cuidar varias cosas: las formas, en primer lugar, pero también, y sobre todo, la relación comercial con China, y no empeorar la situación con Medio Oriente. Por oposición, se supone que desde esas latitudes tratarán de sacarle ventaja.
El dólar se ve fortalecido y sin mucha resistencia del lado de las monedas principales. El euro quebró 1.1000, la libra 1.3000, el yen puede ir a buscar 110.50, y si bien los movimientos de las últimas sesiones se ven demasiado largos como para seguir sin pausa, lo único que esperamos en contra del billete es alguna corrección de intensidad moderada.
La bolsa de Nueva York tendrá un nuevo motivo para festejar ante los datos mencionados y ante la inmunidad que consiguió Trump. Por si queda alguna duda acerca de a quien apoyan los mercados, basta mirar los gráficos de los índices Dow Jones, Nasdaq o S&P: desde noviembre de 2016 estiraron sus ganancias, que tímidamente se iniciaron en marzo de 2009.
El período de fiesta duró hasta febrero de 2018, y pese a dos correcciones de gran magnitud, la segunda de la cuales, en diciembre de 2018, puso en peligro la tendencia alcista principal, los índices siguen en estado de gracia.
Este jueves no luce como un día especialmente atractivo desde las noticias. Más bien aparece como una transición antes del dato clave de empleos, que se conocerá el viernes por la mañana.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College