Después de muchas idas y vueltas, finalmente llegó la semana de la firma del acuerdo “fase uno” entre Estados Unidos y China, en el contexto del enfrentamiento comercial que sostienen ambos países.
Las negociaciones fueron largas, e incluyeron la programación de una cumbre entre el presidente Donald Trump y el premier chino Xi Jinping en Santiago de Chile, la cual quedó luego trunca al suspenderse el encuentro que allí se iba a sostener entre varios países por cuestiones de cambio climático y medio ambiente. Incluso, durante buena parte del último trimestre el acuerdo llegó a estar en peligro, con amenazas mutuas en materia comercial.
Sobre este punto cabe un análisis aparte. A fines de julio, la Fed recortó la tasa de interés, pero no se mostró firme en asegurar un nuevo recorte para más adelante. Pocos días después, Estados Unidos impuso una nueva tanda de aranceles a las importaciones chinas, y Pekín respondió con dos duras medidas: suspendió la compra de productos agrícolas estadounidenses, que provienen justamente de los estados en los que el presidente Trump basa su fortaleza electoral; pero también devaluó artificialmente al yuan, que superó 7.14 por dólar, en una actitud que mereció la denuncia de Estados Unidos ante el FMI, que acusó a China de “manipulador de divisas”. Sigilosamente, en pocas horas el yuan se apreció, aunque poco tiempo después volvió a caer. Entre otros factores, estos hechos motivaron que la Fed recorte la tasa en dos oportunidades más, quedando la misma en 1.50/1.75% a fin de 2019.
De este modo, el acuerdo podría poner fin, al menos por un tiempo prudencialmente largo, a la guerra comercial, en el inicio de un año que tendrá a las elecciones presidenciales como evento clave, a inicios de noviembre. El presidente Trump deberá mostrar una economía en crecimiento, como lo hizo en los últimos tres años, para reafirmarse como candidato a la reelección.
El dólar se mantiene a la expectativa. El dato de empleos de diciembre no fue bueno, pero tampoco fue desastroso, y el mercado reaccionó con un tibio castigo a la moneda norteamericana, que no llegó a cambiar su tendencia alcista de corto plazo frente a la mayoría de las divisas principales.
Entre ellas, la caída del yen es lo más destacable. La moneda nipona cede frente a la ola de toma de riesgo de los inversores, y solo se apreció unos cuantos puntos luego de los datos de empleo mencionados. El euro, en tanto, transita a los tumbos, sin mostrar pistas hacia el futuro, casi congelado. Y la libra esterlina se apresta a enfrentar el durísimo desafío de un Brexit que lentamente va tomando forma, más por la cercanía en el tiempo que por la certidumbre de lo que viene. Probablemente, nadie en Reino Unido note la diferencia durante este año entre pertenecer o no la Unión Europea. Pero con los hechos consumados, el Banco de Inglaterra podría comenzar a revisar su actual política monetaria.
La semana incluye como datos principales las cifras de ventas minoristas e inflación en Estados Unidos, aunque este lunes no será un día especialmente atractivo. Y puede que aquellos datos queden eclipsados por el acuerdo entre las dos principales potencias, un evento largamente esperado en los mercados.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College