La mayor compañía de viajes compartidos del mundo, Uber Technologies, se encuentra bajo asedio estos días. Sus problemas son amplísimos, muy serios y no tienen soluciones rápidas.
Esta semana, las autoridades de transporte de Londres despojaron a la empresa de su licencia por cuestiones de seguridad de los pasajeros, lo que plantea la posibilidad de que la empresa pueda verse privada de su mayor mercado europeo si el recurso de Uber contra esta decisión se rechaza en los tribunales.
El regulador descubrió usuarios sin licencia fingiendo ser conductores de Uber y con identidades falsas en al menos 14.000 viajes. Antes de que la compañía sufriera este nuevo revés, ya luchaba en otras jurisdicciones importantes para convencer a las autoridades de que está llevando su negocio correctamente y tratando a sus conductores de manera justa.
Una nueva ley de California ha concedido a los trabajadores de empresas de viajes compartidos el derecho a un salario mínimo. Una batalla similar pronto estará en marcha en Nueva York, donde los legisladores están planeando retomar la legislación de los trabajadores el año que viene, según un informe de Bloomberg.
Las autoridades fiscales también se están poniendo al día con las start-ups de viajes compartidos. En noviembre, Nueva Jersey declaró que Uber le debe 650 millones de dólares en impuestos del seguro de baja por enfermedad y de desempleo porque la compañía de viajes compartidos identificó erróneamente a conductores como contratistas independientes.
En medio de todo este escrutinio a las empresas de viajes compartidos a escala mundial, los inversores de Uber han sido los mayores perdedores. Las acciones de la compañía han perdido más del 30% de su valor con respecto a su precio de salida a bolsa de 45 dólares por acción y ahora está en 29,59 dólares. Y con todos estos problemas fraguándose y su escaso saldo de tesorería, no hay visibilidad de cara al futuro ni sobre cuándo encontrará la empresa el camino hacia la rentabilidad.
En su informe de resultados del tercer trimestre publicado este mes, Uber decepcionó de nuevo a los inversores al indicar un debilitamiento de las cifras de reservas y de usuarios activos mensuales, dos de los indicadores más atentamente vigilados por Wall Street. La compañía prevé unas pérdidas de entre 2.800 y 2.900 millones de dólares este año.
Plataforma de desarrollo de Uber
Las pérdidas de las empresas tecnológicas que están en fase de crecimiento no son sorprendentes. Pero lo que está suscitando dudas en torno a la empresa con sede en San Francisco es la ausencia de una estrategia claramente articulada que pueda convertir a este unicornio en una empresa rentable y la ayude a superar sus desafíos regulatorios.
La amenaza de la retirada de la licencia de Londres surge justo en un momento en que algunos analistas comienzan a establecer un tope mínimo en el precio de las acciones de Uber tras una profunda corrección. Pero esa decisión es muy arriesgada si la compañía no resulta victoriosa en una batalla legal que podría prolongarse durante años.
A pesar de estos contratiempos, el director ejecutivo de Uber, Dara Khosrowshahi, quiere que los inversores se centren en la fuerza de la «plataforma» de desarrollo de la compañía, que afirma que algún día creará el ecosistema de transporte moderno más grande del mundo, incluyendo su servicio de viajes compartidos, su negocio de entrega de alimentos a domicilio de rápido crecimiento —Uber Eats—, scooters eléctricas, entrega de paquetería, vehículos sin conductor e incluso coches voladores.
La última adición a su cartera de servicios en expansión es Cornershop, que ayuda a supermercados, farmacias y minoristas de alimentos a entregar sus productos. Todo eso tiene muy buena pinta y tal vez parece alcanzable para una empresa impulsada por la tecnología que ha cambiado la forma en que las personas se trasladan de un lugar a otro.
La compañía de 10 años acapara más del 65% del mercado de los viajes compartidos en Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda. Pero esa cuota es cada vez más difícil de defender cuando las compañías mucho más pequeñas están planteando nuevos desafíos y aumentando la competencia a nivel mundial.
Para aquellos inversores que quieran asumir alguna exposición al negocio de los viajes compartidos, creemos que el mayor rival de Uber, Lyft, es una apuesta mucho mejor. A diferencia de Uber, Lyft se centra exclusivamente en el transporte y está cada vez más cerca de lograr la rentabilidad.
La compañía superó las expectativas de ingresos de los analistas de cara al tercer trimestre del mes pasado y elevó su pronóstico para 2019, reiterando que obtendrá beneficios a finales de 2021.
En conclusión
Hay pocas esperanzas de que las acciones de Uber se recuperen de su profunda caída en 2020, dado el creciente escrutinio a su negocio y los muchos obstáculos regulatorios que la compañía debe superar antes de restaurar la confianza de los inversores. En este incierto entorno, no es el momento adecuado para apostar por las acciones de Uber.
Haris Anwar/Investing.com
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