¿Qué diferencia hay entre tener un plan de trading y ejecutarlo?
A menudo, en la vida y en el trading, empleamos un tiempo y energía preciosos en diseñar y elaborar una compleja hoja de ruta. Un detallado sistema, un preciso plan que nos servirá de guía y referente para navegar por los avatares cotidianos con mayor seguridad y para movernos entre los vaivenes de colores de los mercados con un menor riesgo de ser literalmente quemados por el calor de sus velas.
Realizamos un estudio detallado de las posibles circunstancias, ensayamos y elaboramos a veces complejas estadísticas, dejamos pasar el tiempo frente a los gráficos anotando casi todo lo que ocurre, nos formamos y aprendemos, vemos cómo nos sentimos nosotros frente a lo que sucede, con cuánto apalancamiento y riesgo estamos a gusto operando, qué franja horaria preferimos para operar, qué mercado, qué divisa, qué bróker que nos inspire confianza, qué plataforma…
Empleamos en definitiva un considerable esfuerzo en elaborar un más que aceptable plan de trading, un plan de negocios suficientemente consistente como para permitirnos tener una guía en nuestro modo de enfrentarnos a los mercados, y siendo conscientes de que luego, lo importante es que estadísticamente (tal y como hemos comprobado repetidas veces en simulado) dicho plan resulte victorioso en un número mayor de ocasiones en las que no sale bien: al fin y al cabo se trata de probabilidades, de situar éstas a nuestro favor, a nuestro lado.
Nuestro plan de trading
Tenemos una formación se supone que ya aceptable, tenemos en nuestro poder dicho sistema, dicho Plan de Negocios…hemos elegido para operar un bróker bueno y económico, toda nuestra estrategia está escrita…pero no somos capaces de aplicarla siempre. ¿Por qué? Realmente no obtenemos ningún beneficio de no cumplir al pie de la letra dicho plan, de no ejecutarlo siempre, más bien lo contrario: la mayoría de las ocasiones en las que no lo llevamos y obedecemos al pie de la letra, acabamos sufriendo y perdiendo más de la cuenta, tanto moral como económicamente.
¡Pero si es que hasta un niño entiende que los planes están para cumplirse! No sé, imaginan que por ejemplo los buenos de la película, en un número mucho más reducido que los malos, trazan un plan para vencerlos y reducirlos, sincronizan sus relojes y actúan todos conforme a lo previsto, ejecutando a la perfección todos los puntos previstos y sin pensar en otra cosa.
El bueno del primo de mi vecino asiente y dice que la mayoría de sus pérdidas son por haber hecho bien sus deberes, por no ejecutar su plan de negocios, por no seguir su sistema y por hacer una cosa contraria a la previsto… Todos sabemos, en frío, que eso no tiene ningún sentido.
Muchos, muchísimos de mis errores del pasado operando en real, se deben a no haber ejecutado mi plan al pie de la letra: no entrar cuando no debía, no respetar stops, excesivo riesgo, no respetar la gestión monetaria ni la emocional… ¿Resultado? gana siempre el mercado… En busca de mi ansiado y anhelado camino hacia la consistencia, entendí que el único modo de llegar hacia ella es ejecutando mi plan, y dominando mi ego, controlándome.
Ya sabes, si no quieres ser el malo de la película: «Plan your work, and work your plan».
Gonzalo Germán