Bancos: ¿oportunidad de compra?, ¿mantenemos o vendemos? Son las preguntas del millón. Cuatro años después, los inversores siguen presa del miedo, de la duda. Las recomendaciones negativas, principalmente de los agentes extranjeros, se multiplican y solo aparecen como positivas las de algunos intermediarios nacionales. Las perspectivas siguen siendo muy complejas. Su modelo de negocio y de expansión geográfica penalizan los indicadores. La banca española seguirá a la cola de Europa en términos de ratio de capital de máxima calidad CET1, pese a contar con más capital, más rentabilidad, más recurrencia en los resultados y más eficiencia que la media de las entidades europeas. Diferentes fuentes financieras explican que la forma en que se calcula este índice penaliza a las entidades españolas, debido la mayor densidad de activos, la menor utilización de modelos internos respecto a otros países y las deducciones de capital, unas circunstancias que parece que se mantendrán en el tiempo.
El ‘Informe sobre Estabilidad Financiera de la Primavera de 2019’ publicado por el Banco de España apunta que las entidades españolas se enfrentan al reto de mejorar sus niveles de rentabilidad y solvencia, pues su ratio de mayor calidad CET1 los posiciona a la cola de las jurisdicciones europeas, con un 11,9%, frente al 14,3% de media de la UE.
Sin embargo, desde el sector defienden que el nivel de CET1 de los bancos españoles es consistente con su modelo de negocio y no significa que tengan menos capital que otros sistemas bancarios, sino que este indicador tiende a ser inferior por elementos estructurales de su modelo de negocio y la clasificación geográfica de las entidades españolas.
En este sentido, un experto financiero consultado asegura que el indicador de España no representa ningún problema, y achaca las advertencias del Banco de España a que el supervisor estará más tranquilo si el país se coloca dentro de la media.
El numerador de la ratio CET1 integra el capital de máxima calidad de una entidad, mientras que en el denominador se colocan los activos ponderados por riesgo (APRs). Así, pese a que las entidades españolas están por encima de la media en términos de capital, el denominador se ve impactado por la mayor densidad de activos, lo que reduce la ratio.
Por su modelo de banca comercial minorista, prepondera el riesgo de crédito sobre el riesgo operacional o el riesgo de mercado, y los requerimientos de capital dependen fundamentalmente del primero.
LA UTILIZACIÓN DE MODELOS INTERNOS
Además, las entidades españolas tienen en su balance menos activos a valor razonable de nivel 3 que otros países. Este tipo de activos, como no cuentan con una referencia de mercado, son valorados por cada banco según sus modelos internos.
Por ejemplo, Suecia ha experimentado una caída en su densidad de activos desde el 60% al 20% (España tiene un 44%), no por una mejora del nivel de riesgo, sino por la utilización masiva de modelos suecos, que han permitido reducir considerablemente la ponderación. El caso contrario sería México, cuya densidad ha crecido y no precisamente por un empeoramiento del riesgo de crédito.
Por otro lado, también penaliza a la ratio las deducciones de activos que se hace del capital, como el fondo de comercio, el software y el resto de intangibles.
Según datos del Banco Central Europeo (BCE), el efecto densidad penaliza a la ratio española en tres puntos porcentuales, a los que se suma una merma de 3,1 puntos por los intangibles y de 1,2 puntos por otros factores. Así, la ratio CET1 española se coloca en el 11,9%, cuando sin estos efectos ascendería al 19,2%, por encima de la media europea, que sin las deducciones de intangibles tendría una ratio de capital de máxima calidad del 17,2%.
Aunque todo apunta a que la situación se mantendrá en el tiempo, desde el sector consideran que la solvencia de las entidades debe ser evaluada teniendo en cuenta todos estos factores, y no únicamente dicha ratio, ya que las entidades españolas superan a la media europea en capital sobre activos, rentabilidad, recurrencia en los resultados y eficiencia.
Enzo Martínez
La Carta de la Bolsa