La escalada de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos se ha intensificado. El gigante asiático ha intervenido en el mercado de divisas y ha dejado caer el yuan hasta los niveles más bajos en más de una década, además de que ha comunicado a las compañías públicas del país que dejen de comprar productos agrícolas estadounidenses. Esta doble respuesta es el contragolpe a Trump después de que amenazara con imponer nuevos aranceles del 10% a productos chinos por un valor de unos 300.000 millones de dólares. Así pues, China ha debilitado su moneda, el yuan, frente al dólar a mínimos de más de una década y pierde la zona de 7 (sube USD/CNY).
¿Y por qué esta devaluación del yuan? Pues porque un yuan más débil hace que los productos chinos sean relativamente más baratos para los compradores fuera del país, lo que podría compensar los gravámenes adicionales que los importadores estadounidenses deben pagar como resultado de los aranceles de Trump.
Si los aranceles aumentan al 25% y permanecen así durante cuatro-seis meses, Morgan Stanley es de la opinión de que habría incluso una recesión dentro de tres trimestres. La desconfianza parece haberse apoderado de ambas partes: Trump denuncia que China se había comprometido a comprar productos agrícolas de Estados Unidos en grandes cantidades, pero no lo hizo, mientras Pekín asegura que millones de toneladas de soja han partido de USA a China desde el 19 de julio y que firmas chinas han retomado también las compras de algodón y otros productos.
En los últimos años, las autoridades chinas han aflojado algunos controles sobre la moneda, aunque el banco central, el Banco Popular de China, solo permite que el yuan se mueva un 2% en cualquier dirección de un «punto medio» que decide diariamente. El PBOC también es conocido por su disposición a intervenir en el mercado de divisas para comprar o vender yuan para mantenerlo dentro del rango deseado. La entidad no ha permitido que la moneda se debilite más allá del umbral de 7 yuanes por dólar desde la crisis financiera mundial. De hecho, en años anteriores, como en el 2016, han quemado una parte sustancial de sus reservas extranjeras para defender la moneda de violar esa marca. Es por esa razón que durante mucho tiempo esa marca de 7 ha sido vista como un nivel psicológico importante, en parte porque los inversores no saben cuánta debilidad está dispuesta a tolerar el PBOC.
En mi opinión, creo que China está lanzando un mensaje a Estados Unidos, no creo que hayan entrado en un ciclo oficial de devaluación, más bien se trataría de un aviso a navegantes mostrando lo que harían si la cosa va a peor. Pretende llegar a la próxima reunión con Trump y tener algo con lo que “asustar” y siendo conocedores de cuál es el método de negociación del presidente norteamericano: antes de negociar, lanzar un ataque y amenazar con intensificarlo.
Convendría recordar lo sucedido en el año 2015 con la devaluación del yuan y los efectos que tuvo en los mercados financieros, por no hablar de las fugas de capital que se produjeron. Y tampoco vendría mal recordar que a China esta estrategia de devaluar su moneda con cierta intensidad le podría salir mal, más que nada porque otras monedas asiáticas harían lo mismo, por lo que frente a países como Corea del Sur o Taiwán apenas lograría ventajas.
Una fuerte salida de capitales en China puede tener efectos devastadores sobre la economía del país a través del consumo y la inversión. La desaceleración que ya sufre Pekín podría intensificarse arrastrando a la economía global, sin salvarse la Eurozona. Los antecedentes nos muestran que el escenario se tradujo en una corrección severa de los mercados, pero en esta ocasión todo dependerá de hasta dónde quieran llevar las partes este asunto.
El nuevo giro de la guerra comercial vuelve a poner la presión sobre la Reserva Federal y las probabilidades que descuenta el mercado de una segunda bajada de tipos de interés en el mes de septiembre, las cuales pasan del 60% al 100% (la probabilidad de que la bajada de tipos en septiembre sea de 50 puntos ha pasado del 2% del viernes al 40% hoy).
La reciente caída de la moneda china está dejando a algunas acciones y compañías más vulnerables que otras. Las empresas que dependen de la deuda externa, especialmente mediante préstamos en dólares estadounidenses, y aquellas cuyas empresas dependen de los consumidores chinos, probablemente sufrirán más que otras por un yuan más débil:
Aerolíneas: Air China, China Southern Airlines y China Eastern Airlines tienen el 21% de su deuda total denominada en dólares. Un yuan más débil haría que el pago de esa deuda fuera más costoso y elevaría los costes ya que el combustible tiene su precio en dólares.
Las empresas inmobiliarias: también se encuentran entre los mayores tenedores de deuda estadounidense. Representan aproximadamente el 31% del total de bonos en dólares en circulación emitidos por compañías chinas aparte de los bancos.
Los minoristas de Hong Kong y los casinos de Macao: las dos ciudades podrían ver menos visitas de los chinos continentales preocupados por la depreciación de la moneda.
Empresas extranjeras de artículos de lujo: un yuan más débil puede disuadir a los viajeros chinos de comprar productos, ya que se vuelven más caros.
En líneas generales, se puede decir que los sectores más expuestos son aquellos que tienen una mayor vocación exportadora, como serían las materias primas, los productos industriales, la tecnología y los productos agroalimentarios.
Como se podía esperar, hemos asistido a la salida de dinero de los mercados emergentes, concretamente en la semana unos 3.000 millones de dólares (las acciones chinas asistieron a salidas de 1.000 millones de dólares en un solo día). También otros mercados siguieron el mismo derrotero: India (400 millones), Taiwan (355 millones) y Corea del sur (240 millones).
Un mercado que sale beneficiado es el oro, que alcanza su nivel más alto desde mayo de 2013 brillando su carácter de activo refugio. Ya sube un 13% en lo que va de año por la incertidumbre geopolítica generada por el Brexit, las nuevas hojas de ruta monetarias del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal estadounidense y la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Mientras estos elementos sigan vigentes (y no hay visos de que vayan a desaparecer por el momento), el oro mantendrá su inercia alcista.