«Los tipos permanecerán bajos durante muchos años más, al menos otra década según nuestros estudios. Me refiero a promedios históricos. O dicho de otro modo, las subidas de los intereses en EE UU, que ahora se detienen, incluso girarán a la baja como en Europa, tiene un efecto mínimo sobre la economía, las familias y las empresas. Los tipos de interés no molestarán durante mucho tiempo. La Economía Global se desmoronaría si se produjera una subida violenta. Aún quedan muchos años para que concluya el desapalancamiento global, que es la clave del descenso a los infiernos de los tipos de interés. Han pasado más de diez años desde que Greenspan, inicialmente, y otros miembros de la Fed alertaran de la irracionalidad de los bajos tipos de interés de la deuda. Bernanke se acordará muy bien de esto, puesto que en mayo de 2003 nos alertaba del riesgo de deflación en USA (a nivel mundial) y realizaba estudios donde valoraba la posibilidad de intervenir en el mercado para inyectar liquidez, comprando deuda a largo plazo. Claro, los tipos de interés de la deuda se hundieron. Durante la primera mitad de aquel año oscilaron entre un máximo del 4,5% y un mínimo del 3,2%. Más tarde el nivel del 4% se convirtió en referencia, en el suelo, de los diferentes cambios de tendencia que vivimos en los mercados de deuda. Tuvimos que esperar hasta 2005 para que el presidente de la Fed nos alertara, ¡de que los tipos de interés a plazo estaban muy bajos! demasiado, considerando que ya se había embarcado en el proceso de normalización al alza de los tipos de interés oficiales. Ver para creer ¡Miren dónde estamos catorce años (14) después». En el infierno, me dice Jhon W., analista en un banco de inversión anglosajón, que aconseja este enlace:
Este no es el periodo más largo de tipos bajos en la Historia. Ha habido otros. Pero los tipos seguirán bajos. La razón es que la debilidad del crecimiento mundial, los bajos rendimientos de la deuda pública en el resto de países y la demanda de títulos del Tesoro estadounidense podrían tener sus efectos sobre los tipos de interés a largo plazo. Aunque en Estados Unidos están aumentando las presiones inflacionistas, en general la inflación se mantiene en niveles reducidos, lo que significa que la actual expansión, que dura ya diez años, podría continuar hasta 2020”, afirma Darrell Spence, economista de Capital Group, en un artículo en el que también muestra un gráfico del recorrido que han protagonizado los tipos de interés en EEUU desde 1870. Y, sorpresa, la actual época de tipos bajos es muy corta comparada con muchas de las anteriores.
“Los datos que se refieren a los años 1871-1961 corresponden a los datos de rentabilidad media mensual de la deuda pública estadounidense a largo plazo recopilados por Robert Shiller. Los datos correspondientes a los años 1962-2018 representan la rentabilidad de los títulos del Tesoro a 10 años, a 31 diciembre de cada año durante el periodo. Datos de 2019 a 31 mayo 2019. La duración de los periodos de tipos bajos se refiere a años consecutivos en los que los tipos han sido inferiores al 4%”, explica Spence.
Ante estas menguantes rentabilidades que ofrece la deuda pública se podría pensar que este activo estaría perdiendo peso en las carteras de los inversores. Al fin y al cabo, unos tipos bajos deberían impulsar una economía que tendría su correspondiente impacto en los beneficios empresariales y, por tanto, en la cotización de las empresas. Sin embargo, está sucediendo todo lo contrario como demuestran los extraordinarios flujos que recibieron los fondos de renta fija en el primer semestre del año, según los datos publicados por Bank of America Merrill Lynch.
Y todo parece indicar que ese apetito hacia la inversión en deuda se mantendrá también en el segundo semestre del año. “La prolongación del ciclo económico podría ofrecer un mayor margen de crecimiento a los beneficios empresariales, lo que podría llevar a una modesta subida del mercado de renta variable en 2019. Pero sería preferible que los inversores se mostraran prudentes a la hora de invertir en renta variable”, afirma Spence, al tiempo que aconseja que en renta fija “es preferible centrarse más en el riesgo de crédito que en los tipos. La búsqueda de rentabilidad en las fases finales del ciclo podría impedir que las carteras ofrecieran estabilidad durante la próxima caída del mercado”.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa