El motivo fundamental de una compañía para decidir salir a Bolsa suele ser acceder a la financiación del mercado de capitales para acelerar su crecimiento. Antes del debut de la empresa en bolsa se publica un rango indicativo de precio, pero no suele ser hasta el día antes de empezar a cotizar cuando se da a conocer el precio definitivo. Este es el elemento más importante y el que va a determinar el éxito de la operación. Si el precio de salida es muy alto, ya que no contará en principio con potencial alcista.
A las salidas a bolsa también se las denomine OPVs (oferta pública de venta) u OPSs (oferta pública de suscripción). En una OPV el número de acciones seguirá siendo el mismo una vez finalice la operación, es decir, parte de las acciones pasan de los anteriores propietarios a los inversores que acuden a la salida a bolsa. En una OPS se emiten acciones nuevas mediante una ampliación de capital con el objetivo de recaudar fondos para invertir en el negocio o bien para reducir deuda.
Un hecho a tener siempre en cuenta es si existe un tramo reservado para inversores minoristas y otro para inversores cualificados. Es positivo que el tramo cualificado acuda bien a la salida a Bolsa, ya que dicho tramo está formado por profesionales del sector (gestores de fondos de inversión, SICAVs, fondos de pensiones, etc).
También hay dos elementos a tener en cuenta:
- – Periodo Lock Out: tiempo desde que la empresa sale a bolsa hasta que los anteriores dueños se comprometen a no vender acciones adicionales en el mercado. Su importancia ya se la pueden imaginar, si deciden vender el precio de cotización sufriría.
- – Cláusula Green Shoe: otorga la posibilidad al banco colocador de vender más acciones de las inicialmente previstas si hay una demanda mayor de la esperada. Con esta cláusula se incrementa la oferta de acciones y se puede «equilibrar» el precio.
Es una realidad que la volatilidad producto de la incertidumbre económica y política a nivel global, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el devenir del Brexit, el mal año 2018 (el Ibex 35 cayó un 18%, la mayor caída en 8 años), el más que probable impuesto sobre las transacciones financieras (tasa Tobin), así como determinadas dudas regulatorias, han espantado el apetito inversor y muchas empresas que tenían planeado salir a cotizar este año han preferido aplazar tal evento, de hecho la última salida a Bolsa en España fue el 5 de diciembre del año pasado, concretamente Solarpack. Así pues, vamos por la mitad de año sin ningún debut, lo que implica el peor semestre de un año en cuanto a ofertas pública de venta (opv) y ofertas públicas de suscripción (ops) desde el año 2012.
Pero no es un hecho exclusivo de España, la baja actividad de salidas a Bolsa es una tendencia generalizada en todo el mundo, sobre todo en el Viejo Continente. Fíjense que el número de opv cayó a nivel global un 34% (514 operaciones), y el capital captado un 37% (61.825 millones de euros), el peor registro desde el año 2016. En la región de Europa, Oriente Medio y África es peor si cabe con únicamente 47 estrenos bursátiles. En Estados Unidos no está siendo así porque allí no tienen las incertidumbres de una tasa Tobin y porque su economía marcha mejor que en Europa.
Hay una salida que puede ser interesante: El grupo alemán Siemens creará una nueva compañía que integrará todas sus actividades en el sector energético, incluida Siemens Gamesa, y tiene el objetivo de sacarla a Bolsa en septiembre del 2020.