La amenaza que lanzó Donald Trump con imponer aranceles a México originó una serie de reacciones en los mercados. Veamos qué mercados son los más expuestos y qué compañías cotizadas españolas se verían más afectadas y por qué.
Trump se apresuró a finales de mayo, concretamente el día 31, con una nueva amenaza: aranceles a México, una subida progresiva si el país azteca no tomaba duras medidas para combatir la inmigración ilegal, una subida que iría del 10% desde julio, pasando al 15% desde agosto, al 20% en septiembre y al 25% en octubre.
A finales de mayo, antes de que Trump comenzase esta nueva ofensiva, el usd/mxn cotizaba en 19,15 pero la reacción a sus palabras no se hicieron esperar debido a las repercusiones que tendría todo ello en la economía mexicana, por lo que el 4 de junio se colocó en 19,88, es decir, el peso mexicano se desinflaba frente al billete verde. Pero este movimiento duró poco, ya que Trump rectificó y la divisa mexicana se fortaleció recuperando enseguida todo lo que había perdido y el 10 de junio volvía a 19,15.
Con respecto al euro, algo similar le sucedió al peso mexicano que se depreció fuertemente llegando a 22,40 y luego se fortaleció aunque a diferencia de mercado anterior no ha recuperado aun los niveles previos a la amenaza de Trump.
Respecto a las acciones españolas, decir que varias compañías del Ibex 35 estaban preocupadas, ya que tienen intereses en el mercado azteca y mermarían sus ingresos. Podríamos citar a Cie Automotive (tiene 11 plantas de producción en México), Gestamp (tiene 6 centros de producción), BBVA (México en su principal mercado, por delante de España, y representa el 43% de su beneficio), Inditex (tiene más de 410 tiendas allí), NH Hoteles y Meliá (cuentan con un buen número de hoteles en la zona), Mapfre, Telefónica.
Pero ya es historia, Trump anunció el viernes la suspensión indefinida de los aranceles a todas las importaciones de México que iban a entrar en vigor porque ha alcanzado un acuerdo para reducir considerablemente o eliminar el flujo migratorio. Fíjense que México se comprometió a enviar a 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a su frontera sur con Guatemala, punto por el que cruzan a Estados Unidos gran parte del flujo migratorio actual, formado en su mayoría por centroamericanos (Estados Unidos detuvo en mayo en su frontera sur a más de 132.000 inmigrantes, un 30% más que en abril y la mayor cifra registrada en un solo mes desde el año 2006).
Así pues, en principio este conato de nueva incertidumbre ya estaría finiquitado, aunque nunca se sabe porque el ministro de exteriores de México, ha llamado a países como Brasil, Panamá y Guatemala a sumarse a los esfuerzos de control migratorio, porque si no hay avances Trump volvería con la amenaza de aranceles como ayer advertía el Secretario de Estado Mike Pompeo.
Toca centrarse en los riesgos que en cambio sí están vigentes, como bien refleja el índice de sorpresas económicas que no sólo sigue por debajo de cero (en negativo), sino bastante alejado de la zona que delimita lo positivo de lo negativo.
No olvidemos también que Alemania está en riesgo de una recesión económica en medio del proteccionismo creciente que pesa sobre el gigante de las exportaciones. Si bien el índice Sentix es un indicador de las opiniones de los inversores en lugar de un indicador económico, no hay que subestimarlo en absoluto. Es más, la pasada semana el banco de Alemania recortó su pronóstico de crecimiento este año a solo un 0,6%.
La Reserva Federal se las prometía felices con un periodo de bonanza y esperaba realizar varios aumentos de tipos de interés, pero el mundo giró radicalmente y con la nueva música la FED ha tenido que cambiar el paso (incremento de las tensiones comerciales USA-China, desaceleración de la economía norteamericana) y ya están descartadas nuevas subidas, es más todo lo contrario, habrá bajadas. De momento la próxima reunión son los días 18 y 19 de junio y los futuros implican alrededor de un 80% de posibilidades de una flexibilización en el próximo mes julio.
Claro, imagínense la cara de Trump que quiere justamente lo contrario, una guerra de divisas. De hecho hace unos días ya se encargó de ir contra la divisa comunitaria (el euro) y otras monedas argumentando que están devaluadas frente al dólar para perjudicar a USA. Con este mantra como lema en su cruzada internacional, es lógico que también ataque a la FED. Y es que Trump no deja nunca de pensar en el déficit comercial y culpa al precio de dólar de esta situación, alude que el dólar está caro por la manipulación del resto de países. Pero su problema es que para entablar una guerra de divisas ha de contar claramente con la colaboración de la FED y el organismo no está por esta labor y sí por la independencia de la entidad respecto del Gobierno de la nación. Así pues, Trump por este camino no va a encontrar más que obstáculos porque Powell tiene claro que el impacto que está teniendo la guerra comercial sobre la economía estadounidense y el temor a una desaceleración profunda obliga irremediablemente a un cambio radical en la política monetaria del banco.
Antes de finalizar, permítanme que les comente algunas cuestiones que conviene tener presente cuando hablamos de guerra de divisas. Siempre ha existido un peligro real de asistir a una guerra de divisas, máxime cuando hay países que se plantean la posibilidad de depreciar sus divisas para de esta manera favorecer sus exportaciones. No hay que remontarse mucho atrás para recordar el caso del Banco de Japón, el Banco de Suiza, el Banco de Inglaterra, Noruega, Corea, etc. Es un tema muy delicado, ya que supone entrar en un ciclo de devaluaciones entre divisas de varios países que terminarían por lastrar la economía mundial. Tengan en cuenta que si un país deprecia su divisa para favorecer sus exportaciones está perjudicando a las economías de otros países, y éstos a su vez harán lo mismo, entrando en un bucle de consecuencias peligrosas. Por tanto, la idea es que se interviene en el mercado de divisas para depreciar la propia moneda y poder así favorecer las exportaciones, al mismo tiempo que se encarecen las importaciones, con lo que se incentiva a la sociedad para que compre y adquiera aquello que es producido dentro del propio país.
Tenemos un antecedente cercano de guerra de divisas, fue en octubre del 2014 cuando Japón adoptó serias medidas para depreciar el yen, y ello originó que 25 Bancos Centrales rebajasen sus tipos de interés para no perder competitividad. Es más, las depreciaciones de las divisa comunitaria y la divisa nipona frente al billete verde suponían toda una presión para que China también entrase en el juego depreciando el yuan.
Si China decidiese dar el primer paso y comenzar una guerra de divisas, lo que haría seria dejar caer el valor del yuan, pero eso podría tener un impacto deflacionario en todo el mundo, ya que un dólar más fuerte restringiría la liquidez global. De momento, el Banco Popular de China dice que no piensa en ello.guerra de divisas
De todas maneras, tampoco sería algo insólito en Estados Unidos, hace 19 años intervino vendiendo dólares junto con otros países del G7 en favor del euro. Y hace 8 años fue al revés, intervino comprando dólares para que el yen japonés no se fortaleciese demasiado tras el tsunami que asoló al país nipón
Generalmente, para depreciar una divisa existen varios modos de hacerlo:
- Rebajar tipos de interés: los cambios en los tipos de interés de un Banco Central afectan e inciden en la demanda de su divisa y en el tipo de cambio respecto a otras divisas.
- Programa QE: consiste en generar dinero y ponerlo en circulación Así pues, consiste en inyectar liquidez al sistema a través de los bancos.
- Intervención del Banco Central: vendiendo su propia divisa y comprando las de otros países, de esta forma el valor de su propia moneda cae. El problema es que suele tener efecto únicamente en el corto plazo por la sencilla razón de que es bastante costoso.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es