«Ante la confusión generada en amplias capas de la población del mundo por el despampanante comportamiento de las Bolsas desde enero y la rapidez del señor Trump por sacar el revólver y tuitear, le sugiero que no pierda el norte, porque nada ha cambiado salvo la caída a plomo del volumen de negocio, que es lo que han manejado muy bien los bancos centrales para sostener los índices con trillones de dólares, yenes y euros y al margen de toda lógica económica. Se habla de movimientos corporativos en Wall Street, de espléndidas salidas a Bolsa (pero se hacen con intercambio de papelitos), de tipos de interés congelados para siempre, de que lo peor ha pasado, de la ausencia del inversor final, que en este es caso muy buena, su ausencia digo, porque el inversor final es, dicen, el que causa los desastres (¡toma ya! y los ex Lehman tan tranquilos)…se habla tanto y tan mal. Por eso le reenvío la Carta que usted me publicó el 21 de junio de 2010. Sí, 2010. Estamos, en definitiva, en una situación aún más acusada que la que vivimos entonces. Hay dos efectos, ya sabe, en la Bolsa: el efecto manada y el efecto mangada (de mangar). Este último es el que prevalece»:
Y esta es La Carta en concreto:
“Estimado director, que el corrector no se equivoque, que no altere los términos. Hoy le envío un correo sobre el efecto mangada, sí de mangar (robar, hurtar…me han mangado el abrigo, que es lo mismo que decir me han robado la cartera) y no del efecto manada (“efecto manada”, del que tantas veces hemos hablado en Bolsa. El primero, el efecto mangada, es propio de las grandes timbas de póquer en donde unos van desplumando a otros. El segundo, el efecto manada, ocurre cuando varios participantes del mercado consideran que el juicio de otros participantes es el adecuado porque probablemente cuenten con mejor información, y en consecuencia deciden imitar sus acciones. Esta situación conduce a una sobre reacción en los mercados que amplifica cualquier movimiento inicial. El asunto es saber qué origina el comportamiento o las acciones del grupo “líder”, y existe evidencia de que las noticias suelen funcionar como un factor iniciador de una cadena de eventos que pueden modificar fundamentalmente las percepciones del público sobre el mercado. Viendo esto así, los dos efectos tienen muchas cosas en común…”
“…Pero me quedo hoy con el efecto mangada, de mangar. Ya sabe usted que la historia del póquer es un tema a debate. El nombre del juego parece descender del término francés porque, que desciende a su vez del alemán pochen (“golpear”), pero no está claro si los juegos a los que se refieren estos nombres fueron los verdaderos orígenes del póquer. Tiene una gran similitud con el juego persa as nas, y puede que los marineros persas se lo enseñasen a los colonos franceses en Nueva Orleans. Se cree que comparte paternidad con el antiguo juego del Renacimiento llamado primero y con el francés “blean”. El juego inglés brag (del antiguo bragg), descendía claramente de brelan, e incorporó el bluffing “engaño, farol” (aunque el concepto ya era conocido en otros juegos de aquella época). Es bastante plausible que todos estos juegos antiguos influyeran en el desarrollo del póquer tal y como existe en la actualidad…”
“…Y luego está la timba. En una timba poker existen todo tipo de sistemas, tácticas y cálculos de probabilidades que nos deben auxiliar a la hora de tener más seguridad de cuándo aumentar el bote, pasar de largo una puesta o bien resolver no sentarnos en una establecida mesa. En el caso del poker Texas Hold»em, una de las variedades más populares del juego por Internet, una buena táctica es aplicar el llamado Cálculo de Conveniencia. Para realizarlo, se necesita conocer los odds. Esta palabra inglesa ha sido traducida al español de algunas formas, mas ninguna puntualiza con fidelidad su verdadera significación. Por ello y para evitar confundirlo, plantearemos la realidad de la manera más práctica y concisa posible…”
“…Una vez empapado en este asunto, estimado director, observo una importante correlación de los fenómenos descritos con la Bolsa actual, a la que la mayoría consideramos la Madre de Todas las Timbas, porque la Bolsa dejó hace años de cumplir su compromiso con la sociedad, la economía y las empresas. En esta Gran Timba, los grandes jugadores, es decir, los bancos de inversión, se han ido desplumando unos a otros. Han desaparecido del local de Juego entidades como Lehman, Bears, etc Y cada vez quedan menos jugadores. Los mirones suelen apostar por este o aquél jugador. Los mirones, los inversores privados, no dan una, porque en este juego de la Gran Mangada siempre apuestan a caballo perdedor…”
“…Digo, estimado director, que solo quedan cinco jugadores sobre la mesa de póquer de la Bolsa. Siguen repartiendo cartas y siguen los mirones apostando. Esto continuará así hasta que un jugador se haga con el dinero de todos. No sé cuánto durará la partida. Pero uno se quedará con el dinero de todos. Y una vez llegados a ese episodio ¿qué sucederá? Que se quedará solo, más solo que la una y ya nadie querrá jugar con él. Tampoco, los mirones, claro. Ese jugador intentará hacer solitarios, trampas en el solitario. Hasta que llegue la Nueva Autoridad y lo enchirone. Entonces nacerá otra Bolsa. La Bolsa de Siempre, la de los Manuales…”
Saludos de Joaquín de La Fuente, economista experto en juegos de azar
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa