«No hay mayor desilusión para un inversor que ver cómo el índice se encarama al mejor nivel en lo que va de año y su cartera sigue en pérdidas en el mismo periodo de tiempo. Eso es lo que me sucede. Llevo muchos años invirtiendo a través de la Bolsa y es muy frecuente, que mi gestor gane menos que el mercado y al revés, que pierda más cuando pinta bastos. Desde hace unos meses, esta mala relación se ha convertido en algo diabólico, porque los fallos se encadenan y desconozco cómo explicárselo a mis próximos ¿Selección de valores? ¿Selección de los perversos ETFs? ¿Selección de fondos? ¿Optar por la gestión activa y liarme la manta a la cabeza? No tengo capacidad de reacción», nos escribe Leonardo M, jubilado y «siempre pendiente de la Bolsa». Hemos buscado respuestas y nos gusta la que sigue:
Sunder Ramkumar, gestor de Capital Group, los distintos tipos de activos presentan diferentes características de riesgo y rentabilidad que pueden contribuir a contrarrestar los riesgos a los que se van enfrentando los inversores. “Estos podrán obtener mejores resultados si aprenden a sacar partido de estas características, en lugar de invertir en todo el espectro de renta variable e ir aumentando gradualmente la exposición a la renta fija”, afirma el experto, vía Funds People.
Es posible que la filosofía de diferentes tipos de renta variable para inversores con características distintas haya pasado de moda, pero antecede en al menos 50 años a conceptos fundamentales como la teoría moderna de carteras o el modelo de valoración de activos financieros. “Merece la pena volver a revisarla”, asegura Ramkumar.
Una nueva visión del riesgo
“Aunque existen otras formas de seccionar el mercado (por rendimiento, por capitalización de mercado, por valoración), pensamos que la beta, que mide la sensibilidad de un activo al riesgo inherente al mercado de renta variable, constituye una forma relativamente sencilla de distinguir entre compañías defensivas y de crecimiento. Si tenemos en cuenta los datos históricos de los últimos 50 años vemos que los títulos con una beta más elevada presentaron un mayor riesgo y volatilidad que los de beta más reducida, pero al mismo tiempo ofrecieron una mayor rentabilidad. No es de extrañar. Pero si nos replanteamos la forma en la que medimos la volatilidad, conseguimos una nueva y atractiva perspectiva”.
La ventaja de caer menos
Para aquellos inversores con un horizonte de inversión a más corto plazo, como los que se acercan a su jubilación, los activos defensivos de renta variable con una beta más reducida han registrado una rentabilidad más elevada en periodos de tensión de los mercados. “Esta es la razón por la que, cuando los inversores se acercan a su jubilación, optamos por estrategias de renta variable orientadas a la generación de rentas. Estas estrategias han ofrecido un perfil más conservador que contribuye a reducir el riesgo de pérdidas y, al mismo tiempo, mantienen una exposición importante a la renta variable, que ofrece una mayor rentabilidad a largo plazo que la renta fija”.
Si enfrentamos los grupos de beta con sus ratios de captura bajista (que miden el grado de exposición a las caídas del mercado), el gestor encuentra una importante distinción. “Las medidas tradicionales de riesgos ponderan de igual modo las ganancias y las pérdidas, pero a veces las pérdidas pesan más”.
La conclusión a la que llega es que los activos con beta reducida demostraron menos pérdidas y más ganancias de lo que se esperaba. “Frente a la inversión en todo el mercado de renta variable, la cartera más defensiva (grupo 1, beta reducida) ha ofrecido casi la misma rentabilidad media con menos del 40% de riesgo de captura bajista. La incorporación a la cartera de títulos de renta fija podría haber reducido las pérdidas, pero también habría ofrecido una rentabilidad media muy inferior”, concluye.
Mar Revuelta
La Carta de la Bolsa