Les voy a contar la crónica de una muerte anunciada y cómo un grupo de inversores, por llamarlos de alguna manera, por orgullo, cabezonería, desconocimiento, están perdiendo hasta la camisa con Día y se enfadan cuando escuchan lo que no quieren escuchar.
Por supuesto me refiero a un grupo pequeño de accionistas minoritarios de Día, por lo que no es bueno generalizar. Pues bien, ese grupo de «inversores», en vez de asumir sus errores, la única manera que tienen de sacar su frustración y su impotencia es criticando a todo aquél que no les regala el oído.
La gran mayoría del sector venimos desde hace muchos meses diciendo que las caídas de las acciones Día seguirían con fuerza, pero hay gente cabezona que no acepta perder y en vez de vender mantiene sus acciones. Y claro, luego pasa lo que pasa.
En mayo del 2018 (hace 11 meses) escribí en Investing.com que “a nivel macroeconómico, nada invita a invertir en DIA. Sí, es verdad que ha caído mucho y que cotiza a precios atractivos, pero lo que hoy es barato mañana puede ser caro y veo varias razones que no me inspiran confianza, tales como:
- – El devenir de las divisas de Brasil y Argentina, ya que la compañía tiene presencia en ambos países.
- – Todo lo que está aconteciendo en Argentina que ha llevado a su moneda a nuevos mínimos históricos.
- – En Brasil, además del tema de la divisa, hay otro motivo de preocupación, concretamente las aperturas de nuevas tiendas y supermercados, que no van al ritmo previsto inicialmente.
- – La competencia en el sector ya no se resuelve con precios baratos a los clientes, más que nada porque hemos entrado precisamente en una guerra de precios, por lo que DIA tendrá que reinventarse.
- – El mensaje de optimismo que lanzaban desde la alta cúpula de la empresa acerca de que estaban a punto de remontar el vuelo cae en saco roto. Es como en el cuento de Pedro y el Lobo que llega un momento en el que nadie se lo cree.
Como resultado, el consenso del mercado le ha situado el precio objetivo en torno a 1,80 euros. Mi opinión es que un inversor conservador debería de permanecer al margen de esta compañía”
Ese día estaba en 3,41 euros la acción, bajó como se esperaba y alcanzó 1,80 euros en octubre.
En octubre volvía a escribir sobre Día y a exponer que había más razones para que las acciones siguieran hundiéndose:
- – DIA continúa perdiendo cuota de mercado a favor de Mercadona que sigue líder en el mercado español.
- – Un demoledor informe de Kepler decía que la compañía podía ser opada casi totalmente y dejar de cotizar en Bolsa.
- – Atendiendo a los datos de la CNMV, el 20,80% del capital está en poder de inversores que apuestan por cortos (ventas).
No podía ser de otra manera, desde ese día cayó de 1,90 y ha llegado a 0,33 euros.
Juzguen ustedes mismos si se ha ido avisando a los inversores con antelación de lo que podía pasar y por qué.
Este mismo mes escribí de nuevo, explicando que los accionistas tenían 2 opciones: acudir a la OPA o vender en el mercado. En el caso de aceptar la OPA se perderá la posible revalorización del valor; pero si se queda y no vende a LetterOne corre el riesgo de que, en caso de no fructificar la oferta, fracase el plan de rescate de Fridman. Comenté que lo mejor sería acudir a la OPA aunque si el precio de las acciones se encuentra muy cerca de 0,67 euros se podría vender en el mercado para evitar toda la incertidumbre que gira sobre el resultado final. Y es que la situación financiera de DIA es muy delicada (pérdidas el año pasado que superan los 350 millones de euros, deuda de 1.450 millones de euros). Además, el precio de la OPA de 0,67 euros por título no se va a subir en ningún caso (por si fuera poco, LetterOne ya dejó caer que dada la delicada salud de DIA se podía afirmar que el valor real de las acciones sería 0,23 euros).
Nunca leo los comentarios que puedan hacer lectores en cualquiera de los medios de comunicación o webs donde escribo, ya que mi tiempo es escaso y me es imposible. Pero un compañero de profesión me comentó que algunos inversores criticaron lo que expuse. Ya comenté al principio que no regalo el oído a nadie, que no quisieron escuchar todas las advertencias y que se enfadan cuando se les canta las verdades del barquero. Ahora les toca asumir sus actos.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es