Empresas vs Planes estratégicos “mejor no hacer proyecciones, que incumplirlas. Es lo que hay…”
«El empeoramiento de las expectativas de beneficios y el reconocimiento de que no podrán cumplir sus planes de negocio, afecta, desde enero, a potentes empresas estadounidenses, alemanas, francesas y españoles. Los mercados no atienden, por ahora, a este fenómeno, enganchados, como están, a la droga de los bancos centrales. No obstante, en nuestro banco consideramos, que este es el gran peligro que se cierne sobre todas las Bolsas del mundo durante este año, porque los actores en el mercado, un 80% de ellos representados por máquinas, actúan de manera despiadada. Y a una máquina sigue otra y a esta otra, otra y así hasta provocar destrozos en las cotizaciones, que nunca antes habíamos visto. La cotización de un valor, que defrauda las expectativas puede hundirse un 90% en un plis plas», me dice el director de Bolsa de un banco de inversión, que añade:
«Acudimos rápido a los países, que por una u otra razón, meten ruido mediático, que es lo que ha pasado en los últimos meses con España a propósito del fallido intento separatista de Cataluña. Encontramos a finales del año pasado algunos e interesantes chollos en la Bolsa española, muy penalizada respecto a sus homólogas europeas. Hay que distinguir, no obstante, el factor diferencial de los índices, su composición. En la Bolsa española no hay valores tecnológicos y muchos bancos e inmobiliarias. En Europa ambos sectores están más diluidos. Tomamos posiciones en noviembre y diciembre. Nos ha ido muy bien. Echábamos en falta, no obstante, planes estratégicos sobre los que fundamentar el plazo de nuestras tomas de posiciones. Queríamos ver más ideas y ambición empresariales. La Bolsa española, de la mano de los dueños y responsables del Ibex, debía salir del círculo viciado en el que se encontraba y encuentra. Pero, la sorpresa ha sido mayúscula, porque a la presentación de cada Plan Estratégico se ha sucedido un porrazo de órdago. Mejor no hacer nada…»
«Hasta el estallido de la Gran Crisis Financiera, ahora en proceso de recuperación, las empresas españolas, también las principales del mundo global, nos martilleaban cada día con planes estratégicos maravillosos de dar y tomar. Planes estratégicos y presentaciones de los mismos a los analistas y representantes del mundo financiero. Era como el viejo discurso de los vendedores de crecepelos en las plazas de los pueblos. En una furgoneta abierta por un lateral exponían la mercancía, principalmente a las amas de casa. Los vendedores de mantas, jabones y sartenes hacían lo mismo. Este espectáculo, revestido de números, estadísticas y quimeras, lo hizo suyo el mundo de la empresa que cotiza en Bolsa. Se le llamó, durante muchos años, Plan Estratégico…»
«El plan estratégico es un programa de actuación que consiste en aclarar lo que pretendemos conseguir y cómo nos proponemos conseguirlo. Esta programación se plasma en un documento de consenso donde concretamos las grandes decisiones que van a orientar nuestra marcha hacia la gestión excelente. Pues bien, en los últimos nueve años ¿O son ya diez? apenas hemos visto u oído Planes estratégicos. Se los ha tragado la tierra…»
«O mejor dicho, se los han tragado las ingentes cantidades de deuda que acumulan las empresas cotizadas en la Bolsa. La Crisis ha traído la necesaria ducha fría del desapalancamiento: hay que adelgazar, volver a los orígenes y tratar de vender activos para equilibrar los balances…»
«Ahora, el objetivo secular del Plan Estratégico (trazar un mapa de la organización, que nos señale los pasos para alcanzar nuestra visión; convertir los proyectos en acciones, tendencias, metas, objetivos, reglas, verificación y resultados) es otro: reducir deuda…»
«Habrá que esperar, por tanto, para conocer los objetivos de muchas empresas: Cuál es su razón de ser ¿Qué les da vida y sentido? ¿A dónde desean ir? ¿Qué hacen bien? ¿Qué quieren hacer? ¿Cómo llegar a ese futuro?, que, en definitiva, son los contenidos y las preguntas a los que responden los Planes Estratégicos. Pero, por ahora, mejor no hacer nada. Es lo que toca…»
Enzo Martínez
La Carta de la Bolsa