Luego de una sesión tensa, llena de negociaciones y con un final que podríamos decir era algo previsible, la Unión Europea decidió prorrogar en forma unilateral la salida de Reino Unido hasta el 31 de octubre de 2019.
Es tal el nivel de desconcierto que realmente causa algo de gracia y lástima ver como este episodio, que nació como una salida del momento de un problema interno del partido Conservador británico por una cuestión que nada tenía que ver con la salida de la UE ha tomado un cariz de esta naturaleza.
Cumbre de emergencia, votaciones urgentes, discursos sin sentido. La Unión Europea decidió el miércoles cortar por lo sano, y no poner en mayores aprietos a Theresa May, tal vez cuidando su propia salud. Es que el viernes vencía el plazo para encontrar un acuerdo parlamentario que finalmente no iba a llegar, y la salida iba a quedar decretada de un portazo.
Bruselas no actuó solo para cuidar a May o darle más tiempo a los británicos; también lo hizo cuidando sus propios intereses, puesto que quien se va no es un islote perdido, sino la sexta economía del mundo. Y en ese sentido se entiende el plazo otorgado, durante el cual no hay motivo para pensar en que habrá cambios radicales de postura: quien no quiere el Brexit seguirá pensando lo mismo, y quien lo quiere, también.
La libra esterlina, que se preparaba para un día dramático, finalmente movió unos cuantos puntos, varios de ellos ante la publicación de la inflación de Estados Unidos, que la hizo trastabillar, y se mantuvo sin muchos cambios durante todo el día. Y esta postura zen se extiende a estas horas, sin estímulos para verla mucho más allá de 1.3100, pero tampoco mucho más debajo de 1.3000. Habrá que esperar nuevos contrapuntos en Londres para ver a la libra reaccionar, o datos relevantes en Reino Unido, que por supuesto no faltarán.
El euro, en tanto, tampoco se mostró muy sensible a los dichos del presidente del BCE, Mario Draghi, que habló el miércoles al cabo de la reunión de política monetaria de la entidad. Draghi insistió en que hay riesgos para la economía europea, pero no se mostró especialmente pesimista, y tampoco parece temerle a una recesión. La caída del euro se detuvo en 1.1230, banda inferior de un canal alcista en que cómodamente se mueve la moneda única, y lejos de caer, este jueves parece querer buscar la parte superior del mismo, cerca de 1.1300. Eso sí, tampoco creemos que tenga el euro mucho para festejar, y le costará pasar de 1.1330.
El yen, el oro, el petróleo, sin cambios. Pero el petróleo sí podría tener variaciones este jueves, ante la cumbre de la OPEP en Viena. De momento, su caída es muy modesta, y solo el quiebre de 63.50 dólares por barril WTI podría determinar una baja más importante, en cuyo caso 62.50, objetivo de una aún en formación figura de cambio de tendencia (doble techo), será el soporte a seguir.
Este jueves, la publicación del índice de inflación mayorista, y las peticiones semanales de subsidio por desempleo tendrá la atención de los operadores, aunque sin mucho impacto esperable en el dólar. Mientras tanto, y más allá del Brexit, el BCE, y unas minutas de la Fed que no dejaron mucho para el análisis, los índices bursátiles festejan, con nuevos máximos anuales, que tocan día a día.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College