«Todo se desarrolla a velocidad de vértigo. En las cosas de la Bolsa el tiempo vuela. Un segundo es una eternidad y el que vuelve la vista atrás, como le sucediera a la mujer de Lot cuando abandonaba junto a su marido Sodoma y Gomorra, se queda petrificado o convertido en estatua de sal por designio divino. Tal es la celeridad con que se suceden los acontecimientos, que los métodos de antaño no tienen relevancia hoy, de igual modo que los de ahora quedarán viejos mañana, antes, incluso, de que suene el despertador anunciando la hora de levantarse. La Bolsa actúa con los papeles cambiados desde hace tiempo. De ser la gran protagonista del sistema ha pasado a ser actriz de reparto, relegada a un segundo plano. Solo sirve de escaparate, pero no para dinamizar la economía y las finanzas, su papel teórico. Lo que muchos se preguntan es si este cambio favorece o perjudica al inversor. Pero ¿acaso no habría que definir, también, al nuevo inversor en Bolsa?…», me plantea Sergio Corrales, economista y especulador en Bolsa, que continúa:
«La Bolsa ha pasado de proyectar y conformar el entorno empresarial y financiero, a ser mera espectadora de lo que sucede a su alrededor. La Bolsa, según los manuales al uso, servía para canalizar inversiones, que apoyan los planes de futuro de las empresas cotizadas. Por eso, alguien dijo que la Bolsa era un mercado eficiente en la asignación de recursos, que premiaba a los buenos y castigaba a los malos. La función difícil, siempre compleja, del inversor es, precisamente, distinguir a unos, los buenos, de otros, los malos, porque en el empeño se juega su fortuna…»
«Es un caso de ventriloquia, que es el arte que tienen algunas personas para modificar su voz de manera que parezca venir de lejos, del muñeco que portan en la mano o de alguien misterioso detrás de las bambalinas. El ventrílocuo imita, además, a personas, animales y seres extraños. Algunos de los escuchantes no saben de dónde provienen las voces y enloquecen, como enloquecen con los movimientos endiablados de la Bolsa en las últimas semanas toda vez que ignoran la procedencia, el porqué de tanto muerto en el campo de batalla…»
«La Bolsa era el receptáculo idóneo elegido por multitud de compañías para demandar recursos a través de las ampliaciones de capital con prima de emisión. Quizá sea el papel más interesante del mercado de capitales. En el pasado remoto funcionó de esta manera. Pero los tiempos cambian y en la actualidad las empresas aprovechan las bondades teóricas de los tipos cero y de lo que ofrecen, nada es gratis, los fondos de riesgo y la banca en la sombra…»
«Hay más. No hace mucho, la Bolsa era el termómetro de la actividad económica, financiera y política de un país. El dinero entraba y salía a golpes de estado de ánimo y de humor, según los acontecimientos del entorno. En la actualidad, la Bolsa es uno de los grandes casinos del mundo donde confluyen, especulan y se retan las grandes fortunas, batalla incruenta y dineraria a la que se unen inversores de medio pelo, especuladores y amantes del dinero en general…»
«Hay una larga serie de aspectos más que demuestran cómo el papel de las Bolsas ha cambiado de manera drástica. Por eso, el protagonismo de ahora es el de la puja por sectores estratégicos, como tecnología y nuevas energías. Por eso, la Bolsa está apoltronada, eso sí, en primera fila, siguiendo el desenlace. A veces saca el látigo y recuerda a los participantes,que en cuestión de valoraciones o de emociones se ha ido muy lejos…»
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa