Cuando parece que a los mercados les falta algún tipo de incentivo, aparece el infaltable Brexit. Este proceso, que se inició hace casi tres años, no le da paz a la libra Esterlina, lo cual no es menor, pero menos grave que no darle paz a los propios británicos, muchos de los cuales, con un desconocimiento total, votaron a favor de la salida.
El sábado 23 más de un millón de personas salieron por las calles de Londres a pedir la anulación del Brexit, al igual que por medios digitales lo habían hecho el jueves. Pero nada parece conmover a los políticos británicos, comenzando por Theresa May, que dice querer cumplir la voluntad popular que supuestamente apoyó la salida hace tanto tiempo. Si en cuatro años, y a menudo mucho menos tiempo, la opinión pública cambia de parecer, cabe preguntarse por qué no se somete nuevamente esta decisión a un nuevo referéndum.
Este viernes, en teoría, debería ejecutarse la salida, aunque se descuenta que eso no pasará. Hay varias prórrogas solicitadas, y lo más seguro es que el 29 de marzo, que iba a ser una fecha histórica, solo sea un hito más en este proceso.
Con todo, la libra Esterlina se arregló bastante bien. El viernes, luego de una fuerte caída, logró cerrar la semana por encima de 1.3200, con una perspectiva que, al menos en los gráficos diarios, se mantiene alcista. Lo propio ocurrió con el euro, que luego de caer durante gran parte del día, cerró el viernes en la cota de 1.1300.
El caso del euro, de todas formas, es distinto, pese a que se vea afectado por las desventuras de la libra. El viernes, a primera hora, el PMI de manufacturas de Alemania mostró sus peores guarismos desde mediados de 2012, anticipando tiempos difíciles para la Eurozona. El reflejo de esta cifra se vio de inmediato: el euro a la baja, y el dólar recuperando terreno, en especial ante las monedas de países emergentes. Estos, en tiempos de bonanza, son destinatarios de capitales de todo pelaje, que huyen despavoridos ante el peligro de una crisis. Y la crisis otra vez parece haber llegado a Europa, tal como lo anticipara el Banco Central Europeo días atrás con palabras elegantes.
El cierre del mes asoma abierto para los mercados. Todas las divisas exhiben motivos sólidos para crecer en la misma medida que los tienen para perder terreno. En estos casos, el dólar suele marcar la diferencia, para bien o para mal.
En este caso, habrá que esperar una definición sobre el Brexit, que sin dudas impactará en el ánimo de los inversores. Si aparece alguna solución medianamente decorosa, es probable que los mercados se vuelquen nuevamente al riesgo, y que el mal trago de las cifras de Alemania del viernes sea superado con relativa facilidad; de lo contrario, podríamos ver a la libra nuevamente tambaleando debajo de 1.2500, y al euro buscando sus mínimos del año, por ahora en el lejano 1.1175.
Prueba de la preocupación de los mercados es el termómetro que siempre suponen el yen y el oro. La divisa nipona llegó el viernes a su máximo desde el 6 de febrero, pero además el par USD/JPY quebró una línea de tendencia alcista medida en el gráfico diario que auguran tiempos de alza para el yen. El oro, un tanto más zigzagueante y volátil, inicia la semana al alza, aunque deberá confirmar su buen momento superando 1321 dólares, cota de la cual estuvo cerca la semana pasada.
Siendo que este lunes es un día más tranquilo, conviene revisar lo que le espera a la semana. Además del IFO alemán, una cifra algo devaluada en los últimos tiempos y que se conocerá en las próximas horas, el martes se publicará el índice de confianza del consumidor del Conference Board, el miércoles el PBI final de 2018 de Estados Unidos, y el viernes el PBI de Canadá. Claro que, para ese día, habrá que esperar pacientemente a que los dirigentes británicos tengan a bien sacarse de encima su egoísmo político, y piensen un poco más en quienes los llevaron a sus actuales cargos.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College