Lo que de antemano se presumía, sucedió. El dólar desbarrancó apenas conocidos los anuncios de política monetaria de la Fed, que no dejó dudas acerca de una postura que, a la vista de los datos macro estadounidenses, parece sobreactuada en el mejor de los casos.
La entidad comandada por Jerome Powell ratificó el miércoles su postura conservadora, diríamos pesimista respecto al futuro, al dejar sin cambios la tasa de interés de los fondos federales en un rango menor al 2.5%, algo descontado por los mercados, y a la vez confirmando que, según 11 de los 17 miembros del Comité Federal, no habrá incrementos en la misma durante 2019, y con suerte habrá uno en 2020. Además, redujo su previsión de crecimiento para este año en dos décimas de puntos, al 2.1% frente al 2.3% anterior.
Esta combinación le pegó de lleno al dólar, aunque faltaba algo más: desde mayo, el ritmo de reducción del balance se reducirá a 15 mil millones de dólares mensuales, lo que significa más dólares en el circuito, claro está, a un menor valor.
Los índices bursátiles volaron de inmediato, envueltos en un clima de euforia que contrastó con la caída severa del dólar en casi todos los frentes.
Curiosamente, aunque habría que investigar si es casualidad, el cambio de postura de la Fed llegó unos días después de que en diciembre pasado el presidente Trump se quejara amargamente de las acciones del organismo, al elevar por cuarta vez en el año la tasa de interés. Desde allí, y amenazas de despido contra Powell mediante, los aumentos de tipos de interés pasaron a ser mala palabra en el banco central.
El euro, el yen en mayor medida, el franco suizo y las materias primas aprovecharon la situación para buscar máximos de distintos plazos, pero en todos los casos iniciaron tendencias alcistas que pueden prolongarse en el tiempo.
Hasta la libra Esterlina, aquejada por la ineptitud política británica, dio algunas muestras de fortaleza, que rápidamente se revirtieron. Y allí está la segunda nota importante del día.
La líder británica Theresa May, cuyo cargo de Primera Ministra parece tener los días contados, ofreció un discurso sobre el cierre de la sesión, ratificando que solicitará a la Unión Europea extender el plazo de salida hasta el 30 de junio en principio. Desde Bruselas le dijeron que con mucho gusto aceptan la propuesta, pero a cambio de que el pedido goce de aprobación parlamentaria. De esta manera, se pone en un brete a los laboristas, opositores a May, que como su propia definición lo indica, se oponen esencialmente a todo. Quieren irse de la UE, pero al mismo tiempo no lo quieren, y si lo quieren, lo quieren a su modo, y con sus plazos y condiciones.
A falta de 8 días la fecha clave del 29 de marzo, el caos está tan cerca como un acuerdo que ni siquiera lo es, y que solo le permitiría a Reino Unido quedarse unos meses más en la UE, debiendo intervenir además en la elección clave del organismo, prevista para las próximas semanas. La cumbre de la UE, que comienza este mismo jueves, tratará la cuestión como tema casi excluyente, siendo una situación muy complicada y sin antecedentes.
Este descalabro, sin pies ni cabeza, y con muestras de mezquindad política que uno creía “privilegio” exclusivo de otras latitudes, más golpeadas por el desgobierno y la corrupción, le llega a la libra en un momento delicado. El miércoles, la divisa británica volvió a caer, y su reacción positiva ante los anuncios de la Fed se quedaron a mitad de camino. Su falta de reacción y de continuidad se vieron claramente en los pares EUR/GBP y GBP/JPY, con movimientos muy punzantes en contra de la libra.
La vapuleada libra tendrá este jueves una nueva prueba: la reunión de política monetaria del Bank of England, que encuentra a sus funcionarios, encabezados por Mark Carney, atados de pies y manos. Si no se sabe si en 10 días Reino Unido se hundirá en el caos, poco pueden anunciar sus muchachos, a riesgo de que, si lo hacen, pueden empeorar la situación.
Lo que viene no favorece al dólar, precisamente. Sin muchos datos de interés en Estados Unidos, pero con la bolsa de Nueva York encendida, todo está dado para que la caída de la moneda líder se extienda, dando más fuerza a las monedas rivales, y también a las materias primas. De hecho, el petróleo ya superó los 60 dólares por barril WTI (¿y ahora que opinan los que decían que el petróleo caía por el fracking?) y la onza de oro va derecho a los 1321 dólares, un 61.8% de su caída 1346/1280 dólares.
Esta sesión del jueves pasa a ser clave. Con el Brexit al rojo vivo, y con el dólar golpeado por su propio banco central -Trump, una vez más, se sale con la suya-, tenemos horas importantísimas por delante, con muy buenas oportunidades de negocio.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College