“En Bolsa los resultados y estrategias no sirven de un año para otro. Aléjese de los vendedores de motos…”
«Entre otras cosas, la Bolsa siempre ha sido un nido de vendedores de motos, vendedores de humo, vendedores de crecepelo. También, refugio muy seguro de la inversión bien meditada y diseñada. La Bolsa ha amparado a multitud de empresas que necesitaban dinero para sobrevivir o para crecer. También ha acogido a compañías que nunca deberían haber sido compañías, porque ya nacieron con el sello del timo o del fracaso. La Bolsa es, ante todo, un cúmulo de variables y de circunstancias que la convierten en impredecible y especialmente peligrosa. Pero la Bolsa, con frecuencia, es muy gratificante y generosa, incluso predecible a corto plazo. Algunas veces habrán oído que el comportamiento de las acciones de un determinado año y el siguiente siempre es el mismo. O muy parecido. En el gráfico adjunto podemos observar la correlación entre el rendimiento del S&P 500 en un año y el siguiente, en el periodo 1928-2013. Parece anacrónico, muy alejado en el tiempo, pero no lo es. Observen y mediten, aunque estemos en 2019. Esta correlación es prácticamente cero. Uno de los mitos, como muchos mitos más:
«Entonces ¿qué parámetros han funcionado con el paso del tiempo? Retomo un manual de Bolsa escrito hace 30 años, que también es muy válido. Destaca, por su especial interés en estos momentos el siguiente asunto: «El yield es un primer criterio de inversión en Bolsa, pues con él se estima la rentabilidad futura de una acción comprada a precios a actuales. Pero si nos guiásemos por ese criterio pocas acciones compraríamos. Si una letra del Tesoro da, por ejemplo, la rentabilidad anual del 13% y consideramos que una acción, por implicar más riesgo, debería dar dos puntos más, tendría que buscar un yield del 15%, y eso es como buscar una aguja en un pajar. Es más, si encontráramos ese yield, deberíamos desconfiar deuda acción con tan alta rentabilidad y pensar que ahí hay gato encerrado. El yield debe ser un criterio complementario de otros que nos facilita el análisis fundamental. Los más importantes son el PER y el P/CF, que nos orientan sobre la cotización futura de una acción. La posible rentabilidad por cotización, sumada a la rentabilidad por dividendo (el yield) sí nos permite tomar una decisión de inversión. Si la suma de esas dos rentabilidades está por encima del 15%, podemos considerar, en nuestro ejemplo, una recomendación de compra de esas acciones…»
«El problema está en que tanto el PER como el P/CF no expresan de modo explícito la cotización que se puede esperar de una acción de una Bolsa de Valores y, por tanto, su rentabilidad futura. En estos dos ratios solo nos dan una guía, pero será la tendencia previsible de la empresa y la del propio mercado bursátil las que tengan que fundamentar nuestras expectativas de rentabilidad…»
«La lista de Graham: Algunos ratios que se utilizan en el análisis fundamental permiten detectar acciones claramente infravaloradas o sobrevaloradas por el mercado. Con esta idea, a principios de los años setenta B.Graham elaboró una lista con criterios de rentabilidad (los seis primeros) y de riesgo (los cuatro últimos), que son útiles para detectar acciones infravaloradas.
El decálogo de Graham es el siguiente:
-PER menor que los tipos a largo plazo de la deuda del Estado (obligaciones del Estado).
-PER menor que 2/5 del PER de mercado durante los próximos cinco años.
-Rendimiento por dividendo mayor o igual que 2/3 del tipo de la deuda del Estado a largo plazo.
-Cotización inferior a 2/3 del valor contable.
-Cotización inferior a 2/3 del valor neto de su activo en el mercado.
-Crecimiento de los beneficios del 7% durante los últimos cinco años (no se refiere al crecimiento anual, sino al total del quinquenio, y resulta un criterio dudoso para España).
-Deuda total menor que el valor contable.
-Un cociente entre activos y pasivos líquidos mayor que dos.
-Deuda total menor o igual que el valor neto del activo en el mercado.
-Estabilidad en el crecimiento de los beneficios.
Recomiendo, por tanto, paciencia y no dejarse seducir por los cantos de sirena
(De la conversación mantenida con un gran gestor ya jubilado)
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa