Lo más probable es que la expansión económica de Estados Unidos que empezó en junio de 2009 llegue a su décimo aniversario este verano y continúe, convirtiéndose de este modo en el período más largo de crecimiento ininterrumpido en el país desde al menos el año 1854. De hecho, la reciente encuesta en Wall Street dictamina un 16% de probabilidad de recesión económica en los próximos 12 meses con un auge del PIB del 2,6% y bajando en 2020 al 1,9%.
Fuente: Federal Reserve Bank of New York
En el siguiente gráfico pueden ver la duración de las expansiones económicas (en meses) desde el año 1850.
Fuente: NBER
Si bien el crecimiento económico está impulsado por la confianza de los consumidores, de las empresas y de los inversores, es cierto que últimamente esa confianza ha ido decayendo. Parece extraño que suceda ésto teniendo en cuenta que hace una semana la Oficina de Estadísticas Laborales informó que se crearon 312.000 empleos en el mes de diciembre con una tasa de desempleo que se ha mantenido por debajo del 4%. Pero no es solo el mercado laboral lo que está en auge. El PIB creció a una tasa anual del 4.2% en el segundo trimestre de 2018 y del 3.4% en el tercero, y nadie puede poner en tela de juicio que son buenos números. A pesar de ello, los inversores no comparten la confianza, viéndose de manera más meridiana en el mercado de valores, donde el índice S&P 500 ha caído un 11% en los últimos tres meses.
Una pregunta que muchos se hacen es si será China quien desencadene una recesión en Estados Unidos. La preocupación radica en que la economía del gigante asiático se está desacelerando, los indicadores del sector manufacturero apuntan hacia una contracción y el índice de acciones de Shanghai acaba de alcanzar un mínimo de cuatro años. Como es normal, un factor clave está siendo la guerra comercial con Trump, que podría calentarse nuevamente cuando la tregua de 90 días expire en el próximo mes de marzo.
Nos adentramos en un año clave a la vez que delicado, un ejercicio que pondrá a prueba la salud de los movimientos políticos nacionalistas y populistas, que representan la principal amenaza para la continuidad de la Unión Europea, al menos en su formato actual. Este año hay tres fuentes de riesgo económico:
- Las disputas comerciales con Estados Unidos.
- El Brexit.
- La fragilidad económica en el sur de Europa.
Pero aquí no acaba la cosa. Tenemos la inestable coalición política de Alemania, el poder perdurable del populismo, los problemas económicos de Italia y las preocupaciones sobre la presencia de China y Rusia en la Unión Europea. En Alemania, la decisión de Merkel de no postularse para la reelección en 2021 obliga a cambios; el gobierno francés limitado por las protestas de los chalecos amarillos; el gobierno italiano, pese a que cedió a la presión de los mercados para llegar a un acuerdo con la Comisión Europea sobre sus planes presupuestarios, tiene un camino muy complicado con una pesada carga de deuda, bancos débiles y escaso crecimiento; España con demasiados problemas internos como un gobierno minoritario, el órdago de los independentistas en Cataluña, varios comicios en los próximos meses. Y es que todos estos problemas se producen en un momento en que la Unión Europea debe tomar medidas decisivas, por ejemplo, el próximo presupuesto.
Además, los países que son receptores de fondos (la mayoría están en Europa del Este y, en menor medida, en el sur de Europa) presionarán para aumentar o al menos preservar los niveles actuales de gasto.
Fuente: Stratfor
Mientras, los contribuyentes (la mayoría en el norte de Europa) se opondrán
Fuente: Stratfor
El populismo está aquí para quedarse, eso no lo duden. En los últimos años, las fuerzas populistas y nacionalistas han avanzado seriamente en muchos estados miembros. En 2019, continuarán ejerciendo influencia en las políticas del bloque por una simple razón: los factores que contribuyeron a su ascenso todavía están presentes, tales como:
- El bajo crecimiento económico.
- El escepticismo sobre los beneficios de la globalización.
- El aumento de la desigualdad de la riqueza.
- El tema de la inmigración.
- La preocupación por la pérdida de la soberanía nacional.
La buena noticia para la Unión Europea es que no hay tantas elecciones generales programadas en el Viejo Continente este año. A finales de mayo, sin embargo, todo el bloque celebrará elecciones para nombrar legisladores en el Parlamento Europeo. Esto les dará a los votantes una oportunidad para castigar a sus gobiernos nacionales.
Otra cuestión preocupante con los países con altos niveles de deuda y los bancos que tienen dicha deuda. Durante la última década, los prestamistas han comprado cada vez más deuda pública de los países de la eurozona, pero los bancos que mantienen estos bonos sufren si caen los precios de la deuda. Y aquí vuelve a entrar en escena Italia..
Y por supuesto, no olvidemos que ahora que el Banco Central Europeo ha finalizado su programa de flexibilización cuantitativa de compra de bonos, este año habrá una fuente menos de demanda de deuda de la eurozona, lo que significa que los costes de los préstamos, especialmente para las economías débiles del sur de Europa, podrían aumentar sin la intervención del prestamista central. Al mismo tiempo, países como Italia, España y Francia han anunciado planes presupuestarios para 2019 que conducirán a mayores déficits, un movimiento arriesgado para países con niveles ya elevados de deuda pública.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es