Algunos estudios fijan unas necesidades de financiación en Europa en las próximas décadas de más de 700 billones euros, ante retos en principio dispares como el envejecimiento de la población o la lucha contra el cambio climático. Sin olvidarnos de la imprescindible innovación, ante la transformación digital de la sociedad que avanza incluso más rápido que la propia tecnología. Pero lo fundamental es seguir financiando el crecimiento económico. Semejante volumen de necesidades de financiación ayuda a entender el objetivo final de las autoridades europeas de crear un mercado de capitales único, profundo y eficiente que complemente a los bancos como fuente de financiación del crecimiento. Pero sin que el desarrollo del mercado suponga menos financiación bancaria. La evolución reciente de los indicadores de liquidez y su contrapartida de crédito, especialmente el privado, es un buen ejemplo de lo anterior. Las medidas monetarias expansivas extremas explicaron el fuerte crecimiento del objetivo intermedio teórico de dinero (M3), aunque su evolución más reciente muestra una cierta moderación. En paralelo, su principal contrapartida, el crédito al sector privado, ha recuperado una clara tendencia alcista de la mano de los préstamos bancarios
El FMI advertía en su Informe de Estabilidad Financiera de la necesidad de no bajar la guardia frente a potenciales riesgos o vulnerabilidades como la banca en la sombra, los competidores bancarios que no son bancos o mantener una política monetaria demasiado expansiva durante demasiado tiempo, entre otros. Todos ellos amenazas para la estabilidad bancaria que con tanto esfuerzo entre todos hemos alcanzado.
José Luis Martínez Campuzano
La Carta de la Bolsa