Luego de llegar a un nuevo máximo histórico el 3 de octubre, el índice Dow Jones, verdadera referencia de las acciones principales de la Bolsa de Nueva York, se desplomaron en pocos días, con una caída durísima experimentada el miércoles. Los futuros del índice, antes del inicio de la sesión americana del jueves, parecen anunciar otro día difícil para estos papeles. Este clima se traslada a otras latitudes, con los índices europeos cayendo en gran forma en la sesión del jueves.
Hay varios factores que generaron estos movimientos. Los argumentos “oficiales” dicen que los mercados asumen que la Fed seguirá elevando los tipos de interés más allá de diciembre de este año; sin embargo, esto no es una novedad. Con la inflación por encima del objetivo del organismo, una tasa de desempleo en mínimos de casi medio siglo, y el PBI volando en el 4%, mala noticia sería que la Fed no tome cartas en el asunto. Y estos datos no se conocieron el miércoles. De todas maneras (y reclamábamos su presencia en la columna del miércoles), apareció el presidente Donald Trump para decir que la Fed está loca por elevar la tasa de interés, un comentario que, al margen de una forma inapropiada, demuestra que el presidente no escapa a la ola populista que domina a buena parte del mundo, diciendo lo que el público quiere escuchar, pero sin fundamentos de ningún tipo.
El argumento de la tasa de interés es válido pero tardío. Pero mucho más válido es entender que si desde mediados de junio no hubo correcciones de más de un 5% del rally actual, la toma de ganancias era inevitable, sobre todo en momentos en que el dólar parece atacar nuevamente en varios frentes. Y si alguna duda queda, los rendimientos de los bonos del Tesoro volvieron a tocar máximos desde 2011. No había forma de sostener un alza que se estiraba, con poco volumen y con correcciones mínimas, y sobre todo con fundamentos poco sólidos.
La caída del Dow Jones, que totalizó un 3.15% el miércoles pero que, como queda dicho, podría hacerse mucho más profunda en la sesión de la fecha, por ahora solo borró todo tipo de ganancias desde el 16 de agosto. Y esto sucedió en muy pocas horas, menos de 24.
El gráfico diario de los futuros muestra que, medido con Fibonacci, la caída encontró soporte en el 61.8% del rally dominante -aún no ha tocado dicho nivel, pero la baja llega agotada a esta instancia-, lo cual podría ofrecer algún tipo de rebote en el inicio de la sesión americana.
Las divisas no parecen percibir del todo lo que ha sucedido en las Bolsas de Valores. Con pocos argumentos, el euro sigue rondando la zona de 1.1500, si bien se alejó unos cuantos puntos -al alza- de dicho nivel. La libra Esterlina se ve más sólida, ya llegando a 1.3200, ante la inminencia de un acuerdo por el Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea, más allá de ese desfile de funcionarios que todos los días brindan opiniones, versiones, chismes y comentarios, a la manera de las revistas del corazón, y que provocan alzas y bajas en la moneda británica.
Pero es el yen la moneda que sí está tomando protagonismo. Y cuando el yen se mueve, no hay bromas, sino situaciones complicadas. Esta vez no es la excepción, y la moneda nipona creció fuerte en las últimas horas, encontrando el par USD/JPY un soporte similar a los futuros del Dow Jones, en el 61.8% del rally 110.35/114.54, nivel que ya tocó a primera hora del día.
Con este panorama, revolucionado, el mercado se prepara para la publicación del índice de inflación minorista, que se conocerá a las 8:30 del este, y que podría ofrecer algún impacto en el dólar; la expectativa es que haya vuelto a crecer la inflación en septiembre, lo cual sustenta un alza la moneda estadounidense. Claro que los ánimos de los inversores están ahora enfocados en las bolsas, los bonos, y también en parte en la situación de Italia, cuyo presupuesto sigue sin resolverse, lo cual motivó la semana pasada una caída fuerte del euro.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College