«La demagogia populista está pasando una factura muy cara al gobierno italiano, como se ve en los gráficos adjuntos. La prima de riesgo y la rentabilidad del bono a 10 años están por la nubes, lo que significa un encarecimiento drástico y repentino de las condiciones de financiación de un país cuya deuda equivale ya al 131% del PIB. Lo populistas italianos prometieron el oro y el moro a sus votantes. Prometieron el maná, el fin de la pobreza, según ellos. Y ahora sí que se ha cernido sobre los italianos una gran nube de pobreza. Lejos de achantarse, en lo que es un instinto peleón de los ciudadanos transalpinos, enredan y desafían más. Incluso un populista proclama volver a la lira. A eso sí que se le llama cultura financiera, ahora que está de moda su difusión en escuelas y Universidades ¡Que empiecen los doctores y enseñantes por la clase política, de uno a otro confín! Lo penúltimo de la insensatez italiana la proporcionado el vice primer ministro Luigi Di Maio al manifestar que el gobierno italiano no se retirará ni siquiera un «milímetro» de su objetivo de déficit presupuestario del 2,4%. Y por ese milímetro la probabilidad de default ya llega al 21% «, me dice el analista jefe de un banco de inversión.
Un gráfico vía D.Schrottenbaum, CFA @David_Schro
Los bonos italianos se desploman, #Italy 10y cede al máximo desde 2014.
Un gráfico de Holger Zschaepitz @Schuldensuehner
“La situación de Italia no parece ser un buen augurio para el país, y los nuevos planes del gobierno no lo hacen mejor”, afirmaba Bart Hordijk, analista de Monex Europe. “Una creciente deuda fiscal es buena para un país si su economía crece más rápido, pero la suposición de que Italia alcanzará un crecimiento de más del 2,5% en los próximos años parece una ilusión infundada”.
Las agencias de calificación ya están advirtiendo de que un descontrol en las finanzas italianas tendría su efecto sobre gran parte de la unión europea, y la hacen más vulnerables a otra crisis. Es normal por tanto la precaución que están mostrando los inversores en los últimos días.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa